Capítulo 12

20.9K 1K 195
                                    

Narra Ignis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Ignis

—Eres mucho más hermosa de lo que pensaba, nieta mía —Dios, el gran Dios, el todo poderoso Dios, tenía sus brazos sobre mis hombros y me miraba con lo que pude distinguir como admiración.

Me sentía en una especie de shock, su aura era muy poderosa que me hacía sentir pequeña, sin embargo, no dejé que me viera de manera sumisa y con la cabeza gacha.

—Mi gran abuelo ausente se encuentra justo frente a mí, ¿quién lo diría? —dije con firmeza y un poco de burla. Retiró lentamente sus manos de mis hombros.

—Ignis, no seas maleducada —me reprendió mi tío Amenadiel, yo solo lo miré con una ceja alzada.

—Fue criada por el diablo, ¿qué esperabas, hermano? —Miguel fue el que habló, pude ver su gran cicatriz en el rostro, ahora no sería un problema que alguien lo confundiera con mi padre—. Y padre, perdón que te lo diga, pero no debería sorprenderte su ausencia y que haya mandado a su maleducada hija, pero Lucifer sigue siendo muy inmaduro.

—No te permito que hables de mi padre en su ausencia —y como si lo invocara, mi padre entró a la casa de Linda. Los únicos que nos encontrábamos de pie éramos Edward, Dios y yo.

—¡Perdón por la tardanza! Traje un suflé... —sus palabras se quedaron varadas cuando me vio. Su rostro mostró confusión y enojo, sabía que no era conmigo o eso esperaba, sin duda tengo que disculparme con él—. ¿Qué hace aquí Ignis, hermano? —miró a mi tío Amenadiel, se acercó más y con su brazo me alejó de Dios—, te dije que ella no vendría a esta cena —sus ojos vieron a Edward y soltó un suspiro.

—Me alegra que vinieras hijo, y que mi nieta nos acompañe —Dios se sentó en la mesa—, junto a su novio.

No debí dejar que Edward viniera, está muy incómodo. Dios hizo una seña para que tomáramos asiento, así que mi padre se sentó justo frente a él al otro lado de la mesa. A papá no le quedó más opción que dejar que me quedara, por lo que me senté junto a él y Edward a mi lado, quedando entre Miguel y yo.

—Oh, a nosotros también nos alegra haber venido —dijo mi padre con simpatía, ocultando su ironía.

Linda se acercó con dos botellas de vino. Podía escuchar su corazón acelerado, estaba nerviosa.

—Creo que, un par de botellas ayudan, en eventos familiares... para empezar —las dejó sobre la mesa—. Bien, me voy

Antes de retirarse fue interrumpida por Dios, quien le preguntó si no nos acompañaría, ella respondió que era una cena en familia y que ella no lo era. Edward, en ese momento, pensó que lo mejor sería que también se retirara, pero antes de decir o hacer algo, Dios lo detuvo.

—Eres la madre de mi nieto, claro que eres familia —le dijo a Linda, antes de posar sus ojos en Edward—, y tú eres el novio de mi nieta, ahora también eres familia.

Mi compañera Demonio «Edward Cullen» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora