Ignis, una pelirroja que llega a Forks justo cuando termina la batalla contra los neófitos.
Ella demostrará su poder y dejará en evidencia las verdaderas intenciones de Bella, así como también, hará ver a cierto cobrizo que se ha equivocado de comp...
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Narra Ignis
Me acabo de dar una relajante ducha. Después bajaré a avisar que en una semana iré a ver a mi padre, quiero saber que tiene que decir en su defensa.
No puedo creer que aceptara ese trato, bueno, en realidad, sí lo creo, lo que no puedo creer es que ni siquiera tuvo la decencia de avisarme.
Salgo del baño envuelta en una toalla y voy al closet para buscar algo para dormir, de repente siento como si alguien me observara, así que volteo y me encuentro con nada más y nada menos que el acosador número uno de todo el mundo, así es, Edward Cullen.
—¿Qué haces aquí? —inquiero mientras me doy vuelta para buscar mi ropa.
—Y-yo solo ve-venía a hablar contigo —nunca había escuchado a algún vampiro tartamudear, supongo que siempre hay una primera vez para todo.
—¿Y de qué querías hablar? —cuestiono mientras me doy vuelta para verlo de frente.
Puedo notar como traga ponzoña y solamente me observa, sonrío de lado y me acerco un poco a él.
«Bueno querido, entonces... —dije— ¿Me dejarás cambiarme? —inquiero a escasos centímetros de él— ¿O me quieres ayudar? —susurré en su oído.
Pude oír como pasaba la ponzoña por su garganta. Lo sentí tensarse y eso ocasionó que una sonrisa ladina apareciera en mi rostro.
—Cre-creo que m-mejor me voy
—Como quieras —alzo mis hombros y me doy la vuelta.
Escuché sus pasos alejarse, me llegó un momento de desilusión al darme cuenta de que se iría, pero cuando menos me di cuenta, él ya estaba junto a mí, sujetándome de la cintura.
Abrió sus labios para decir algo o eso creí, porque en pocos segundos sentí sus fríos y suaves labios aprisionando los míos.
Aunque esperé años para que esto pasara, en ese momento me quedé estática, sin saber cómo reaccionar, no fue hasta que lo sentí mover sus labios, que pude corresponder al beso.
Sus labios se movían contra los míos en un acto desesperado. Sus manos acariciaban mi cintura lentamente, causando que mi piel se erizara.
Yo enredaba mis dedos en sus cabellos mientras él hacía más profundo el beso. Pude sentir como me comenzaba a faltar la respiración, así que mis manos fueron a su pecho y después de unos minutos decidí separarlo lentamente.
Él quiso volver a juntar nuestros labios, pero no se lo permití, así que solo colocó su frente contra la mía.
—Quiero que estemos juntos, Ignis —mordí mi labio—, dame la oportunidad para estar juntos.
—Siempre has tenido esa oportunidad, Ed —me separo de él y doy la vuelta para continuar buscando mi ropa.
—Juro que no te fallaré, haré que no te arrepientas de darme esta oportunidad —dice seguro.