Capítulo 27

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Narra Ignis

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Narra Ignis

—¿Cómo están nuestros nuevos huéspedes? —trato de mostrar una sonrisa, pues aun tengo esa extraña sensación de que algo no va bien.

—Sufriendo —contesta Jane—. El sufrimiento de Isabella es bastante cómico, aunque sé que me divertiré mucho después.

—Creo que puedo darme un idea —me doy la vuelta para ir a mi habitación, pero mi padre me detiene.

—Creí que irías con los Cullen —dice con el ceño fruncido.

—Iré más tarde —me examina, después gira su cabeza para ver a mis hermanos, pero ellos solo se encogen de hombros.

Doy la vuelta y una vez que estoy en mi habitación, decido recostarme en la cama. Me siento cansada, algo demasiado raro en mí.

Nuevamente el dolor el mi vientre se hace presente, y es ahí donde me viene una idea de lo que puede ser, pero la pregunta es el cómo es posible. Solamente ocurrió dos veces. Cuando fuimos a Los Ángeles, y cuando me pidió perdón en la cena.

Flashback

—Creo que debemos volver —asiente y me subo a su espalda. Corre hacia la casa Cullen, o eso creía porque segubdos después se desvía hacia otro camino.

Es cuestión de minutos para que llegara os a una casa bastante moderna, un poco más pequeña que la casa de los Cullen, pero sí lo bastante grande para que una familia pueda vivir ahí sin incomodidades de espacio.

—¿Qué hacemos aquí Ed? —pregunto una vez que me he bajado de su espalda. Las largas columnas de la entrada están rodeadas de hojas y flores, dándole un diseño un poco rústico.

Edward me muestra un par de llaves, y después se acerca a la puerta para abrirla con una de ellas.

—Este será nuestro hogar, si aceptas vivir conmigo —dice haciendo un ademán para que pase.

—Eso no me suena a propuesta —alcé mis cejas y me crucé de brazos.

La estancia de la casa es realmente acogedora, puede sentirse un ambiente tranquilo, aunque un poco frío, pero tal vez sea porque nadie ha habitado esta casa.

—Ignis —doy media vuelta para ver a Edward, la sorpresa me invade cuando lo observo de rodillas con la llave en las manos, haciéndome soltar una pequeña risa—. ¿Quisieras vivir en esta casa conmigo?

—Creí que casarse iba primero —murmuro.

—Ya nos hemos saltado un par de pasos, ¿no es así? —se levanta y junta mis manos con las suyas.

—Tendría que preguntarle a mi padre primero —sonrío al ver como se tensa ante la mención de Lucifer—, pero no creo que haya problema.

Se acerca a mí y besa mis labios suavemente. Sus manos van a mi cintura para acariciarla de manera lenta.

Mi compañera Demonio «Edward Cullen» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora