44. Más para mi.

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El contacto del frío suelo con la piel no la permitía convencerse de que era otra de sus recurrentes pesadillas. Las lágrimas que caían por su rostro tampoco ayudaban. Pero la persona que seguía parada delante de la pelinegra, con los brazos cruzados y una mirada curiosa a través de unos ojos soñoliento la hacía verse demasiado alejada de la realidad.

Otra persona entró a la habitación. Con una bandeja con comida.

-Hola Narcissa.

-Hola. - saludó ella acercándose con cuidado para no volcar los platos que traía - ¿Se ha despertado?

-Que va. - respondió suspirando - Cuando llegué seguía así. Lo cierto es... que esperaba poder hablar con ella cuando, ya sabes, volviese.

-Te entiendo cariño. - dejó las cosas en el suelo. Roxane pudo apreciar el olor de una de las deliciosas sopas que los elfos solían preparar en la mansión de los Malfoy - Será mejor que la dejemos descansar. - añadió la rubia poniendo una mano sobre el hombro del visitante.

-Preferiría quedarme Narcissa. Si no te importa, claro.

-En absoluto. - respondió ella con una sonrisa - Luego vendré a cambiarle el vendaje.

-Genial. -contestó con una última sonrisa a la rubia. Luego se sentó en el suelo al lado de Roxane - No pienso separarme de ti hasta que te vea despierta.

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En el despacho de Dumbledore había más gente de la que hubiese esperado encontrar.

Al fondo, en la mesa del director, habían sentadas dos personas, dos castaños con aspecto un tanto desaliñado que se giraron a ver que ocurría. Charlie los reconoció. Uno era Aaron no se qué, un Ravenclaw de más o menos su edad. Y el otro era Remus Lupin, mucho más mayor que Aaron. Charlie le recordaba de haberle visto alguna vez en casa.

El profesor, sin embargo, no estaba en su silla, se encontraba mucho más cerca de la puerta, al lado de alguien a quien Charlie no había visto hasta ese momento.

-¿Reyna?

La rubia le miraba con desprecio desde una esquina al lado de la puerta.

-Señor Weasley. - exclamó Dumbledore con los brazos abiertos - Me alegra volver a verle, ¿Qué tal está su familia?

-Todos bien señor. - contestó intentando asimilar la situación, había una, mejor dicho varias cosas que no le cuadraban.

-Me alegro mucho. ¿Quiere una taza de té? le veo un poco alterado.

La puerta detrás de Charlie se abrió otra vez, golpeándole y haciendo que cayese al suelo. Snape entró por ella con su pétrea expresión de asco hacia el mundo y el champú.

-Hola Severus.- saludó Dumbledore alegremente, haciendo caso omiso al pelirrojo tirado en el suelo. Charlie percibió una risita por donde estaba Reyna. La miró mal, como era costumbre entre ellos y se levantó sacudiéndose la ropa - Como ya ve parece que a nuestros alumnos no les gusta mucho pasar las noches en sus respectivas habitaciones.

-Creía que usted estaba saliendo con Lestrange, señor Weasley. Pero parece que sus gustos han ido a parar a Crane. - comentó Snape desviando la mirada entre los dos estudiantes.

-¡Ni hablar!- negó Charlie con cara de puro asco.

-No saldría con Weasley ni muerta. Antes me lanzo una maldición. - Reyna murmuró lo último al darse cuenta de que estaba delante del director, y alardear de su experiencia con las artes oscuras no sería del todo correcto.

-Ay Severus. No es por eso por lo que te he hecho llamar. El señor Weasley y la señorita Lestrange siguen juntos, no debe preocuparse por eso. Y si no me equivoco la señorita Crane tiene una estrecha relación con el señor Kennet. ¿No es así?

A Reyna se le subió el color a las orejas y su cara empezó a parecer más un tomate que una cabeza. Aún así asintió cabizbaja.

-¿Entonces por que estoy aquí, señor? - preguntó Snape con una ceja lazada.

-Quiero que acompañe a la señorita Crane, al parecer no se encuentra muy bien.

-¿Y por qué no ha ido con la Madame Pomfrey, estoy seguro de que...?

-Severus.- le interrumpió Dumbledore con una mirada severa. Los dos Slytherin salieron de la habitación sin decir nada más, dejando aún a cuatro personas dentro. El despacho del director empezaba a parecerle más grande de lo que hubiese esperado nunca.

-Profesor. - llamó Remus desde su sitio - Creo que el joven Weasley quiere hablar con usted a solas. Así que... creo que Aaron y yo sí que iremos a visitar a Madame Pomfrey. -los dos castaños se levantaron. Charlie pudo ver varios cortes en la piel de Aron, el cual intentaba ocultarlos debajo de su capa. Remus también tenía unos cuantos, pero parecían estar más curados. O al menos la mayoría de los que tenía.

-Claro. Les esperaré aquí. - Cuando se fueron, el profesor se tomó su tiempo para sentarse en su silla y sacar una cajita de caramelos de limón de uno de los cajones - ¿Quiere un caramelo? Son de limón, mis favoritos.

-No señor. Gracias. - dijo sentándose en una de las sillas donde antes habían estado Remus y Aaron.

-Bueno, más para mi. - comentó sonriendo mientras se comía uno.

-Profesor...

-Sé lo que vas a decirme Charlie. La señorita Crane me ha informado. Y entiendo que estés preocupado por la señorita Lestrange, pero estoy seguro de que ella sabe cuidarse por sí sola.

-Lamento decirle esto profesor, pero creo que no hacer nada es el mayor error que puede hacer.

-Yo no he dicho que no haya hecho nada.

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No sabría decir cuánto tiempo llevaba allí tirada. Esperando a que algo ocurriese. Cualquier cosa.

Sin embargo, el tiempo pasaba lento, y la posibilidad de salir se le hacia a la pelinegra cada vez más lejana e inaccesible. Cuando quiso darse cuenta le sorprendió ver que quien se había quedado con ella se había quedado dormido, apoyado en la pared y con una mano sobre el muslo de la pelinegra y la cabeza colgando hacia delante . Roxane se tomó un momento para mirarle, un largo momento que se interrumpió cuando este roncó, haciendo que una leve risa asomase de los labios de la pelinegra.

quiso darse cuenta le sorprendió ver que quien se había quedado con ella se había quedado dormido, apoyado en la pared y con una mano sobre el muslo de la pelinegra y la cabeza colgando hacia delante . Roxane se tomó un momento para mirarle, un largo momento que se interrumpió cuando este roncó, haciendo que una leve risa asomase de los labios de la pelinegra.

Tenia ganas de abrazarlo hasta estrujarle. De acariciar su pelo, como tantas veces antes había hecho cuando se quedaban medio dormidos hablando en la Sala Común.

-Skan... - susurró en voz muy baja. No quería arriesgarse a que la oyese nadie aparte de él. Al fin y al cabo, si algo había aprendido era a no confiar en casi nadie de los que la rodeaban. Pero Skandan era una excepción. Para empezar, él tendría que estar muerto. Y para seguir, él era el único que nunca la traicionaría.

Aparte de Charlie, claro.

El nombrado abrió los ojos.

-Hola Roxy. - dijo sonriendo.

𝕋ℍ𝔼 𝕃𝔸𝕊𝕋 𝔻ℝ𝔸𝔾𝕆ℕ //Charlie Weasley//✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora