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Cuatro hermosos ángeles se encontraban parados de su lado del majestuoso puente de plata, esperando por un demonio castaño con un ojo tapado por su cabello. Ninguno de los presentes, ni el de cabellos plateados, ni el pequeño azabache y mucho menos el de iris gris, se esperaba que el de ojos bicolor vieniera acompañado de su propia prole, quienes habían insistido en conocer al ángel que traía atado de las alas a su amigo, metafóricamente hablando.

-¿Cuando llega eh, Willy?-preguntó el platinado ya impaciente.

No le dieron tiempo al peliblanco de responder. Una gran serpiente de tonos rojos y negros se hizo presente a lo lejos, iba por los suelos con su mirada roja fija en la mirada verde viva del ángel. Junto a él un lobo enorme con brillante pelaje negro y sus ojos ojos morados como dos grandes amatistas, y en el iba montado un pelinaranjo con una armadura gris y un tridente rojo. Se detuvieron frente a ellos, y el de la armadura se bajó del majestuoso lobo y sonó su tridente contra el suelo, esa era la señal para que los tres se convirtieran en su forma real. Frente a los ángeles se personificaron tres entes, tres hermosos demonios. Ojo rojo y el otro ojo era desconocido para los demás, ojos morados, ojos verdes que aveces cambiaban a rojo.

Y cuando creyeron que era suficiente, se escuchó como un halcón hizo su típico sonido, el magnífico cantar del halcón que apareció sobrevolando, rodeó a los cuatro ángeles para luego detenerse donde estaban sus demás compañeros, convirtiéndose en un sexy demonio de piel morena y cara de mala hostia. Después de eso apareció un búho y se puso a los hombros del recién llegado, comenzando a ulular con ferocidad.

-¿Todos son así de presum-uh-le dió un codazo al ángel platinado antes de que terminara su pregunta.

-¿Nos dijo presumidos?-preguntó el ojimorado al castaño, quién no prestaba demasiada atención por mirar al albino.

-¿No era lo que hacíamos?-indagó esta vez el moreno con los brazos cruzados y una ceja levantada, esa actitud terminó cuando su amigo que aún estaba en su hombro clavó una de sus garras en su piel.

-Ya basta-pidió Luzu dando unos pasos hasta acercarse a su ángel, y quedar frente a él-Hola, pequeño ángel-le sonrió, y el contrario enrojeció por la cercanía, se sentía pequeño frente al demonio-No sabía que venías con compañía, ¿Planeabas emboscarme?

-Tu tampoco vienes solo, ¿Debería preocuparme?-indagó con una sonrisa de inocencia, el contrario rió y negó con la cabeza.

-¿Vamos?-le extendió la mano mirándolo a esas hermosas y angelicales esmeraldas que tenía el albino por ojos. El contrario enrojeció una vez más, el castaño le había ofrecido su mano muy pocas veces, así que la tomó y sonrió.

El de alas negras jaló al de alas blancas hasta el borde del puente, y lo miró una vez más. Luzu desde que vio sus ojos quedó estupefacto, nunca había visto ojos tan hermosos y con el brillo más resplandeciente. Le sonrió antes de lanzarse con él ante la atenta mirada de los demás presentes. Aún sus manos estaban tomadas una de la otra, como si tuvieran miedo de soltarlas, y así era, en sus corazones siempre estuvo presente el miedo de ser descubiertos y separados, aunque nunca lo admitirían en voz alta, sabían que cabía la posibilidad de que no volvieran a verse luego de hoy, o luego de mañana, y se consideraban suertudos una vez lograban verse un día más. Aún así, todos esos miedos desaparecían cuando se miraban a los ojos.

Ambos descendieron hasta el grande, frondoso y oculto bosque , el mismo del día anterior, y al igual que ayer, iban al mismo pueblo juntos a pasar tiempo como los amigos que eran, aunque estaban conscientes de que sus corazones latían por el contrario, queriendo besar los labios ajenos, pero no tenían el valor ni el orgullo para enfrentarse a lo que ellos consideraban un posible y vergonzoso rechazo.

Para los dos era difícil convivir con el otro sin expresar lo que sienten, y aún no eran capaces de alejarse pues, eran como una droga para cada uno, se habían vuelto adictos de la compañía que el otro brindaba, se habían vuelto adictos de el sentimiento de hogar y calidez que proporcionaba la cercanía. Los dos estaban metidos hasta el fondo en el corazón del otro, y se había vuelto un hoyo del que no podían y no querían salir ni aunque tuvieran la oportunidad.

-¿Qué haremos hoy en Karmaland, Angelito?-Cuestionó el castaño una vez ya habían retraído sus alas y cargaban su ropa de salir a andar por el pueblo humano.

-Ayer vi algo de una exposición de los "Dioses de Karmaland" en el museo, ¿Vamos ahí?-Sugirió con una tierna sonrisa a la cual el más alto nunca podía negarse así que solo asintió.

-¿Después podemos comer helado?-hizo otra pregunta, el albino rió y comenzó a caminar por el sendero que daba hasta el pueblo.

-No sé por qué te gustan tanto el helado, literalmente te bañas en fuego-dijo en tono de broma haciendo que el demonio riera.

Tal vez algún día le diga que el helado le recuerda a el y por eso le gusta tanto. Antes de entrar al pueblo, ambos se miraron y luego al frente, Luzu se puso lentes oscuros y Willy una gorra verde, les preocupaba que algún ángel guardián pudiese reconocerlos y delatarlos con las autoridades celestiales o los demonios del concejo de infratierra.

Demons N' Angels [Luzurex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora