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El receso había acabado, la diosa mediadora tenía su decisión concretada y los demás dioses no estaba seguros de aceptar los términos de esta. Por otro lado el jurado también había propuesto sentencia, pero no tomarían en cuenta nada de ello, ya que eran decisiones abusivas y rencorosas, demasiada sangre para venir de ángeles y extrañamente poco para venir de demonios. Todos volvieron a su posición anterior, siguiendo por donde estaban, para ver cómo terminaría.

—Debido a los varios actos delictivos presentes en vuestras acusaciones, tuve que tomar una decisión. Hoy, yo Terra, diosa de todo elemento terrenal, declaro que-

—Santa deidad…¿P-puedo decir algo antes?—Indagó inesperadamente el castaño acusado. La diosa más curiosa entre los dioses le decían a Terra, quién asintió levemente a la pregunta del bicolor—Si van a condenar a alguien, a-a perder sus alas, o perder su vida...que sea a mi solamente, se lo imploro...no le haga daño a Willy—Suplicó con desesperación. El albino lo miró horrorizado y quiso acercarse a él, pero los grilletes se lo impidieron— Sé que es difícil perdonar algo como esto, pero si alguien merece morir, soy yo...no él.

Heberon estaba a punto de objetar para negar la petición del bicolor, pero la Diosa de la tierra hizo un ademán con la mano para que se detuviese—¿Aceptarías el castigo de ambos, solo por eso...?—cuestionó la misma.

—Aceptaría cuanto castigo hubiera, solo para mantenerlo a salvo. Haría lo fuera, para evitarle el dolor... él es cuento importa—Admitió mirando al ojiverde a los ojos, estos estaban con lágrimas silenciosas cayendo por sus mejillas—. Acepto el castigo de ambos, si me juran que el seguirá con vida y que nadie podrá hacerle daño—Declaró mirando fijamente a la deidad de los cielos.

La diosa terrenal guardó silencio por unos minutos, analizando bien las palabras del híbrido, viendo que podría hacer con este particular caso...

—Sentencio al demonio híbrido Luzu. Sus alas serán arrancadas de su espalda y queda condenado a la flecha de la muerte. Su alma quedará varada en el castillo del Dios de las almas Gaéan—Sentenció La ojiverde. Una caída seca se escuchó por toda la corte, el ángel albino había caído de rodillas al suelo y sus sollozos no se hicieron de esperar, estaba roto por dentro, ¿Qué le quedaba? Una vida en la que nunca más sería libre.

La líder de las autoridades celestiales, Mónica, hizo acto de presencia una vez más. Cargaba la lanza del sol con ella, la única arma que podía despojar las alas de los ángeles y los demonios por igual. Se posicionó detrás del ángel bicolor, el cual tenía sus alas amarrados por una cinta de cuero rojo, miró con cuidado el hueso extensor de las alas y preparó el arma para poder blandir el filo sobre éste. Mónica una vez dijeron que el castaño era hijo de su tía Alicia, no le hizo falta ser una genia para saber qué Luzu era su primo, sangre de su sangre, por lo cual le dolía que ella tendría que hacer correr sangre de su sangre, pero es lo que debe hacer si no quería el mismo destino.

Pronto se oyó como el filo de la lanza cortaba la piel y plumas del castaño, dejando en el suelo aquellas majestuosas alas con las que tanto le gustaba volar. Gritó de dolor al sentir el corte y la sangre corriendo por su espalda como si fuera una fuente. Varios ángeles tuvieron que retener al Willy por querer salir a auxuliarle a Luzu, y ahora solo gritaba y lloraba viendo lo que le hacían a su amado demonio, y mientras más lo veía sufrir más aumentaba el dolor en su rostro proporcionado por la pequeña grieta que de apoco se hacía más grande.

Kristina, la líder del concejo de infratierra, tomo arco y flechas que daban la muerte. Ella sentía pena por el caso que había presenciado el día de hoy, pero como líder debía ser fuerte y mantenerse firme. Se puso frente al demonio sin alas que yacía arrodillado en el suelo, llorando del dolor por haberlo perdido todo. La de cabellos marron rojizo tensó el arco con la flecha y suspiró antes de poder lanzarla, tal vez se sienta culpable por varios miles de años por hacer lo que tenía que hacer. La flecha fue incrustada directo a su corazón, atravesando su cuerpo como si no fuera nada para después caer al suelo inerte, sin vida.

El llanto paró, el sangrado también, y todo había quedado en silencio...el único sonido que pudo oírse luego de la caída seca del bicolor, fue el típico sonido que hacía la cerámica cuando se rompía en millones de pedazos. El rostro del ángel albino al igual que su cuerpo y sus alas se habían convertido en polvo y los pocos pedazos grandes que habían reflejaban su rostro dolido y su corazón hecho pedazos, al igual que su espíritu y su forma física 

Los ángeles que morían de tristeza o soledad, lo cual era algo que se creía un mito o un viejo rumor, empezaban a quebrarse en pedazos hasta perecer y quedar hechos polvo. Por eso la diosa terrenal condenó al castaño, pues sabía que el albino moriría después de ello, ella ya había visto la grieta en su mejilla, ella ya sabía lo que pasaría, y ahora solo le quedaba seguir con lo que se había propuesto mentalmente hace algunos minutos.

Las almas que mueren por soledad van a nadar en pena por la eternidad en el río de almas de Erebo, el dios del Erebus.

Las almas a las que se les condena por la flecha de la muerte iban a vivir eternamente al castillo de las almas de Gaéan.

Demons N' Angels [Luzurex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora