CAPÍTULO VI

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— ¿Qué es lo que trae tu presencia a mi reino? —preguntó el Rey acomodado en su silla.

—Vengo en busca de noticias de alguien querida y para hablar contigo —contestó Elrond, mientras tomaba asiento—, no respondiste mi misiva, lo mejor que pude hacer fue venir y ya sabías con antelación de mi llegada.

Thranduil asintió modestamente.

—Azafel ha estado bien, le ha favorecido su estadía aquí y le fue muy sencillo llevarse bien con los demás, es como si estuviera en su entorno indicado —esbozó una pequeña sonrisa al momento en que el rostro de la antedicha venía a su psiquis—, ella incluso ha congeniado conmigo, lo cual suele ser engorroso, pero le doy mucho mérito —comentó el Rey con un pequeño fulgor en sus orbes al hablar de ella.

Elrond lo notó de manera rauda, pero no se alarmó.

—Entonces ella te agrada —adujo el señor de Rivendell confirmando una vez más el motivo de su visita.

— ¡Claro que me agrada! Tiene habilidades magníficas en combate, es muy disciplinada y ahora espero por su respuesta para unirse a mi guardia personal —dijo tratando de ocultar todo fantasma de romance por Azafel, algo inexorable.

—Eso quiere decir que hizo muy bien su trabajo —sonrió de lado con orgullo—, no dudé de ella, sabía que podría.

— ¿Podría con qué? No entiendo porque me la enviaste —habló volviendo a su misma voz impasible mientras se levantaba del asiento— ¿Cuál es la razón que hay detrás de su venida?

—Ella era la adecuada y más preparada, sé que te puede ser de gran ayuda. Thranduil, tus impetuosas acciones a veces no tienen freno alguno y no consideras lo que haces o no ves las consecuencias, y es algo en lo que Azafel podría tener un papel importante, no para influenciarte o manipularte, pero al menos guiarte adecuadamente —Elrond se irguió en la silla.

Thranduil lo miró con desdén, él no necesitaba ayuda de nadie o mucho menos un guía, es un Rey y por lógica, no debe obedecer o escuchar a nadie, él es quien ordena y orienta, sin embargo, ahora el concepto era ambivalente.

—Creí que el porqué de tu llegada estaba lejos de ser un sermón sobre mis decisiones tomadas y acciones realizadas —comentó indiferente entretanto se servía una copa de vino.

—Tienes razón —admitió—. Ahora, respondiendo a tu pregunta, como anteriormente expresé, Azafel está aquí como una ayuda para ti, una luciérnaga en la noche. Ella es eso para nosotros en Rivendell. No sólo su pericia bélica la caracteriza sino su paciencia y comprensión, ella fue mi consejera y parte de mi guardia, siempre destacaba y su ayuda mantiene un grado imprescindible junto con sus grandes convicciones —expresó con apego parental.

Thranduil elevó las cejas como si dudara del testimonio del señor de Rivendell, había algo en él que surcaba profundamente.

—Confío en todo lo que dices, pero, si la consideras tan imprescindible y adorada en tu reino y por ti como dices, Elrond ¿Por qué la envías a un lugar totalmente desconocido y foráneo a ella? ¿No te inquietaba que algún percance le sucediera? —preguntó con resquemor mientras que un sentimiento de tribulación crecía de tan solo imaginar que algo le pasara a la elfa—. Ella no es algún objeto o material que puedas usar o transportar a donde se te antoje —dijo con la misma entonación y protección.

Elrond alzó las cejas asombrado por la actitud del Rey, no estaba equivocado en lo que había visto, y ahora con Thranduil cuestionandolo, su visión se fortalecía, sin embargo, la irreverencia del Rey del Bosque Negro lo empezaba a incordiar.

— ¡No te atrevas a cuestionarme! —Aseveró entre dientes— Azafel es parte de nosotros, la conozco muy bien como para saber porque la traje hasta aquí, y lo último que desearía es que algo terrible le afectara —se relajó y volvió a su asiento—. Thranduil, mi esperanza y cariño siempre la acompañan, las predicciones me han llegado, y ya sé que no solo el deber está involucrado con ella.

EL RESPLANDOR DEL BOSQUE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora