dos.

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La luz del alba bañaba los tejados y las ventanas de las cabañas del campamento, distribuidas en una letra omega gigante. Thalia se desperezó, apenas serían las seis de la mañana, una buena hora para empezar. La hija de Zeus se paseaba por la cabaña, de mármol blanco y altos techos llenos de mosaicos. Un fuerte olor a col hizo que Thalia torciera los labios en una mueca de asco. Con pasos severos y cortos, se acercó a la puerta y la abrió. Le sorprendió ver el porche de la cabaña lleno de pintura verde, de un olor horrible. Los ojos azules de Thalia emitieron un brillo de ira, incluso tornaron más oscuros.

Ni siquiera tropezó. Con un sonoro portazo, volvió al interior de la cabaña y se vistió, cogiendo una daga. No le gustaba la violencia, bueno o al menos, la no justificada. Aquello tenía una justificación perfecta, y era que ahora su cabaña apestaba. Thalia abandonó la cabaña, corriendo hacia el lugar de donde estaba claro que provenía la causa de aquel hedor en su cabaña. Los utensilios los habían delatado, en serio, ¿A quien se le ocurriría poner su nombre completo en un rodillo? Connor Stoll. Esa era la respuesta, solo una persona con el cerebro del tamaño del hijo de Hermes cometería un error tan simple y de baja clase.

La cabaña once: de una pintura marrón, desconchada y la puerta de hojalata y madera oscura, con un caduceo dorado grabado en ella. Tenía dos pisos, debido a lo llena que solía estar, necesitaban más espacio para los campistas no reclamados que se asentaban allí, junto a los vástagos del dios Hermes. Thalia llamó furiosamente a la puerta. Un Travis Stoll adormilado la abrió lentamente. Se podía ver un poco del interior de la cabaña, desordenada, llena de camas, objetos preciosos de dudosa procedencia, maletas, sacos de dormir y pósteres en sus paredes.

—Explícame porqué tu hermano ha pintado mi cabaña.—Thalia se había colocado las manos en las caderas, como una súper heroína lista para hacer justicia.

—Creo que te equivocas de persona.—Travis murmuró mientras bostezaba.—Además; es muy temprano para este jaleo. No sé tú, pero yo quiero seguir durmiendo.

—Solo diré dos palabras: pintura y Connor.

—Es imposible que hayamos pintado tu cabaña.—Travis levantó una ceja, vacilante. Thalia tampoco estaba dispuesta a ser objeto de burla, se cruzó de brazos y chasqueó la lengua en desaprobación.—Es verdad que usamos pintura verde, pero fue en la cabaña de Deméter.

SANGRE DE ZEUS. ➵ TRAVIS STOLL ☤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora