once.

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Levantarse temprano no era uno de los fuertes de Percy Jackson, aunque siempre había una excepción cuando al día siguiente se embarcaba en una aventura.
Las vísperas de las misiones nunca descansaba. En aquel momento habría deseado que Annabeth estuviera sentada junto a él en su cama, para decirle que todo estaría bien, y quizá hablarle de lo bonita que era la arquitectura europea y las ganas que tenía de volver a ir a Italia.

No era el caso. Percy estaba tumbado en su cama, tapado hasta el cuello con las sábanas azules, mirando al techo, parpadeando de vez en cuando. No se oía nada en el exterior.
Se tumbó de lado, hace tiempo leyó en google que así el sueño llegaba más rápido, y google siempre tiene razón, cómo no. Aunque cuando se hizo un corte en la mano y buscó que podría pasarle le salió que moriría en 2 horas.

Lo que más molestaba a Percy aquella noche era la idea de que no podría despedirse de su madre Sally, ni de su hermana pequeña, Estelle.
Había nacido hacía poco más de un año, pero a pesar de eso, era muy inteligente y avispada para su edad.
Cerró los ojos para conciliar el sueño y cuando creía haberse dormido... una alarma resonó en la habitación.

—¡Ya lo sé!—Percy tapó sus oídos mientras apagaba la alarma y se levantaba, rascándose el trasero y bostezando.—Podría ser peor. Podría estar muerto.

El hijo de Poseidón se vistió, recogió su mochila y abandonó la cabaña, no sin antes tirarle un beso a la puerta.
Habían quedado en la casa grande, para que Quirón les diera las últimas pautas antes de empezar la misión.
Había llegado el cuarto: delante de la casa de encontraban, por supuesto, los hijos de Zeus. Al final iba a ser verdad ese estereotipo de que siempre se levantaban temprano.

Un Jason somnoliento saludó a Percy, llevaba una maleta del tamaño de una rueda de bicicleta; Thalia tenía cara de querer cometer un homicidio y quemar los restos después; Miranda solo se limitaba a sonreír y a saludar a los que llegaban con un movimiento de cabeza.

—Vale, veo que ya estáis todos aquí.—Quirón sonrió, leyendo nombres apuntados en una lista en su portapapeles.—Bueno, no pienso dejaros solos mientras os vais de misión, por lo que un sátiro protector os acompañará.

—¡Aquí entro yo!

—¿Entrenador Hedge?—Piper y Jason intercambiaron una mirada confusa. Jason prosiguió hablando.—¿No debería estar con Mellie y Chuck?

SANGRE DE ZEUS. ➵ TRAVIS STOLL ☤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora