doce.

363 40 12
                                    



˚                     ゚     .               .        ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ ,                                                          ˚                 ✦        ,               ,             . .             .     .           .  .                    .           ✦             ˚                                      .              .            ✦              ‍ ‍ ‍ ‍                  ,      
.             .   ゚      .             .
      ,       .


Aún no habían abandonado el país. El entrenador llevaba el día entero guiando aquella máquina, para llevarlos al puerto más cercano, que estaba más lejano de lo que parecía. Percy se preguntó porqué el sátiro no había partido desde la playa del campamento. Quizás quería partir de un punto donde pudiera navegar en línea recta, para dejarles más cerca del mediterráneo.
Percy, como los otros miembros de la profecía anterior, ya habían navegado esos mares antes, y sabían lo peligrosos que podrían ser.
A pesar de que Gleeson Hedge estuviera todo el día ocupado, no quitaba ojo de los jóvenes y de quien se acercaba a cada uno. De vez en cuando echaba un vistazo para asegurarse de que nadie hacía cosas inapropiadas.

Mientras el entrenador hacía su quinta ronda del día, Thalia y Miranda estaban reunidas en el estudio, una sala de amplios techos, con columnas de piedra caliza y hiedras enredadas alrededor de estas. Habían múltiples estanterías de roble con acabados de oro, llenas de manuscritos, mapas, libros y otros documentos.
Había una larga mesa en el centro de la habitación, rodeada por sillas de terciopelo rojo. Y colgada del techo, había una lámpara
de araña de oro con candelabros del mismo material.

La habitación olía a libros viejos, betún y daba esa sensación de frío y lejanía, como la cabaña uno.

—Deberíamos hablar de cosas de hermanas.

—¿Eso crees?—Miranda rió amargamente, acomodándose en una de las sillas de terciopelo rojas.—Es lo que hacemos siempre.

—A veces pienso que te gustaría hacer cosas más femeninas.—Thalia hizo una sonrisa incómoda mientras se colocaba detrás de la silla de su hermana.—Quiero decir, siempre te he enseñado a ser buena peleándote con otros, discutiendo y todo eso, pero nunca me molesté en ayudarte con cosas de mujer.

—Thalia,—Miranda agarró la mano de su hermana, que descansaba sobre la espalda de la silla.—tú me has enseñado todo lo que sé, y no necesito nada más. Tú tampoco tuviste una infancia feliz, lo entiendo, y por eso siempre te he admirado. Porque hiciste lo posible por salir adelante.

—Gracias.—Thalia le dio un apretón a la mano de su hermana y la soltó.

—Pero si quieres, podríamos pasar un día juntas, después de esta locura, para tomarnos un tiempo para nosotras mismas.

—Parece bien.

Miranda se levantó e hizo una señal a su hermana para salir de la habitación y buscar al resto, que estaban entrenando (o al menos eso intentaban algunos) en el pabellón.
Annabeth y Piper estaban practicando el tiro con arco, Jason afilaba su espada, y Percy practicaba movimientos de judo o algo parecido, contra un maniquí.

SANGRE DE ZEUS. ➵ TRAVIS STOLL ☤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora