T R E S

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DOS AÑOS DESPUES (LEX, 15 AÑOS)

No llores, no debes llorar...

Aprieto la quijada cuando el nuevo corte abre mi piel haciendo que mi sangre se esparza y caiga al suelo.

— ¿Qué te he dicho Léx?

Trato de encontrar mi voz y con esfuerzo repito las mismas palabras:

—llorar no sirve de nada, no cambia nada—otro corte y tengo que tragar grueso para volver hablar—. La debilidad nos destruye, nos vuelve inestables.

—Así es—me da la razón y corta de nuevo, esta vez más cerca de una de mis venas—. Llorar es inestabilidad, te demuestra que eres tan débil como para poder ocultar tus sentimientos.

Él para de cortar y respiro con dificultad. Se limpia las manos con indiferencia y solo ve mis cortadas y mi rostro. Quita las esposas y solo se va sin decir nada.

Al casi mismo instante llega mi madre y ahoga un grito al ver lo que me hizo; mi pecho está lleno de cortadas nuevas y viejas y hay más en mis brazos.

—madre...

Cierro los ojos y suelto un quejido.

—Estás perdiendo mucha sangre—se acerca a mí y abro los ojos otra vez con algo de dificultad.

Siempre es lo mismo.

Y nunca esto va a cambiar.

Trato de no salir de mi habitación

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Trato de no salir de mi habitación. Papá esta abajo tomando con sus amigos y mamá tampoco ha salido de su habitación.

¿Cómo un policía puede ser así como papá?

¿Todos ellos son igual de malos, todo los policías lo son?

Escucho risas pera trato de ignorarlas y seguir dibujado.

Solo concéntrate en el dibujo...

Solo en ello Léx.

Y lo hago. Dibujo solo concentrándome en él, solo en la hoja de papel y los movimientos de mi mano al trazar nuevas líneas.

Nada más existe, solo la hoja y yo...

Me concentro. Pego todo lo que siento en la hoja; mis miedos, mi odio, la frustración, todo...

Todo queda grabado en este papel, todo y me siento liberado.

Sonrío y levanto la hoja, el dibujo se ve perfecto, se ve...

Se ve roto, igual de como estoy por dentro.

Escucho pisadas y es probable de que sea papá por lo que me pongo alerta, al abrir la puerta no es papá sino unos de sus amigos.

—Aquí no es el baño—dice, la palabras se ven arrastrada por el tono de su voz y deduzco que ha tomado.

Nada sale bien con el alcohol.

Trago saliva cuando me mira detenidamente y como cierra la puerta con seguro. Se acerca a mí y yo retrocedo hasta que mi cuerpo golpea contra la mesa de mi escritorio.

Aléjate... aléjate de mí...

Quiero decirlo. Quiero gritar por ayuda pero no me salen las palabras.

—tu y yo vamos a divertirnos mucho.

Pronuncia y una sonrisa aparece en su rostro.

Desde ese momento ya no se mucho de mí.

Sé que me toma del cuello y yo pataleo para liberarme.

Sé que me tira a mi cama.

Sé que yo trato de huir pero él me golpea en la cabeza.

Sé que me quita los pantalones.

Sé que hace lo mismo con los suyos.

Sé que me cola de forma en que mi cara quede contra la almohada.

Sé un dolor horrible se instala en mi cuerpo.

Y se, que me roto más de lo que estaba.

Y se, que me roto más de lo que estaba

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Han pasado días.

Días en que mi madre llama todo el tiempo a mi puerta.

Días en los desde aquí escucho los golpes hacia mamá y las palabras horribles.

Mamá está preocupada. Lo sé, pero jamás dejare que me vea. No ahora.

—Cielo...—llama por quinta vez este día—. Cielo, ábreme por favor. Me estoy preocupando mucho por ti.

Lagrimas se acumulan en mis ojos y los cierro.

No quiero preocuparte mamá, perdóname.

—por favor mi vida—su voz se escucha quebrada y tengo que aguantar paro no soltar un sollozo—. No sé qué te pasa, ábreme por favor...

No puedo, no quiero que me veas roto.

Ya no escucho nada y abro los ojos. Se nota por debajo de la puerta la sombra de mi madre pero luego escucho sus pasos y como se aleja hasta desaparecer.

Me coloque mirando el techo, estaba lleno de esas estrellas fosforescentes.

El infierno existe—me dije—. Los demonios igual, y a vece en vez de estar debajo de la tierra se encuentra en ella, haciéndonos sufrir.  

La Compañía De Léx ✓ 0.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora