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Todo estaba siendo tan perfecto... todo hubiese sido tan perfecto. De no ser por Jennie, aquella chica omega que se empeñaba en "conseguir" a Emilio.

El omega volvió a bufar, sus brazos estaban fuertemente cruzados por su pecho, su entrecejo fruncido de una linda forma y sus labios fruncidos.

Habían pasado tres días, tres malditos días. Y después de que aquella tonta chica se llevara a Emilio no habían vuelto a hablar ¿Tan poca cosa era para él? ¿Acaso no habían formas más gentiles de rechazar a alguien que ni siquiera se te había declarado?

Después de que Joaquín y Emilio pasaron una linda mañana/tarde tomando un helado, habían caminado de regreso a la universidad. Ambos tenían clases después así que estaban obligados a volver. Alfa y omega estaban llegando a la entrada cuando esa tonta chica corrió y se le tiró en brazos a Emilio. Así provocando que el omega derramara su helado en su camiseta y casi callera al piso. Y por si no fuese suficiente, la omega se había separado del Alfa para darle un beso en la mejilla y tomar su mano.

Y Joaquín ni siquiera había tenido que evitar al Alfa esos tres días, porque este no le buscó. Ni siquiera fue capas de saludarlo, ni un "hola". Pero a veces las personas se hacen ideas erróneas en la cabeza, y Joaquín era un omega bastante apasionado, se dejaba llevar por los sentimientos del momento. Si tan solo el omega supiera qué es lo que había pasado con aquel Alfa.

—Ya te lo expliqué Jennie. Lo hice cinco veces— su cabeza dolía, necesitaba un café.

—Oppa, es que me explicas mal. Sé que soy demasiado atractiva y te distraes con mi belleza, pero de verdad necesito aprender esta materia— se quejó con esa irritante y desagradable voz chillona la chica.

—Tonta...— gruñó bajamente su lobo interior, ah, ¿porqué el?

Se suponía que ahora debería estar durmiendo su apreciada siesta. Pero ahí tenía que estar, con una niñita mimada, hija de papi y demasiado chantajista.

Pero no podía arriesgarse a perder su beca en aquella universidad. A pesar de que Emilio era un excelente estudiante, seguía estando en una familia de "bajos recursos". Y gracias a ello, la gente con más "poder" se aprovechaba. Aunque aprovechar quedaba demasiado corto con lo que verdaderamente hacían.

Emilio había estado todos, absolutamente todos sus años de universidad ayudando a aquella chica con sus materias. Y lo peor es que la chica ni siquiera necesitaba ayuda, ella lo entendía todo a la perfección, pero aún así se empeñaba con hacerle perder el tiempo al pobre Alfa.

Pero Jennie tenía un padre tan exigente, en parte no era toda la culpa suya. El padre de la chica quería un yerno fuerte, un Alfa de buen linaje, alguien astuto, alguien que pudiera ayudarlo a seguir con su negocio. Y lamentablemente, Emilio cumplía a la perfección todos y cada unos de sus requisitos. Este... Señor, se había prácticamente obsesionado con emparejar a su hija y al pelinegro. Así que, Sábado por medio, junto a los primeros y últimos días de clase, Emilio debía ir a la casa de la omega y explicarle las "dudas" y cosas que no entendía.

Pero ¿porqué el Alfa estaba obligado a hacer aquellas cosas? Es porque ese hombre tenía dinero y el dinero te otorga poder. Él podía dar un par de ordenes y Emilio perdería todas absolutamente todas sus becas.

—¿Dijiste algo, querido?— la voz de Jennie lo sacó de sus pensamientos.

—Eh... sí, dije que ya es tarde. No podré ayudarte más días, tengo trabajo y materia al igual que tu por entender. La vida de alguien pobre no es tan fácil— sonrió demasiado forzado y comenzó a recoger sus cosas.

Pink/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora