Capítulo 22

511 68 6
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— Aprendan ambos a cerrar la boca en lo que no les incumbe — gruñó. Sus ojos infundios del color oro más puro.


Las dos personas frente a él se encogieron al reconocer la voz del alfa. La omega tembló aún sin haberse girado, sintiendo como las pisadas del pelinegro los rodeaban hasta situarse frente a ambos, luciendo más enojado que nunca.


— Jeno, yo no...


—  Cállate. Creí haberte dejado en claro que me dejaras en paz —  le ordenó, sin importarle los ojos llorosos que le miraban de vuelta —  Estoy lo suficientemente "satisfecho" con las atenciones de Mi Omega.


— P-pero él no puede satisfacerte correctamente. D-deberías abrir los ojos, no te puedes enlazar con un hombre omega, está mal.


— ¿Y acaso hacerlo contigo estaría bien? ¿Tu podrías satisfacerme? — de forma burlona pregunto, haciendo sonrojar a la omega que inmediatamente guardo silencio — No me jodas. Lo único que tu podrías darme es vergüenza.   


— ¡Hey, te estas pasando! — Yejun cubrió con su cuerpo a InSeon, no dejando que Jeno se acercará más — Ella solo estaba pensando en ti. Imagina que por culpa de un cualquiera te distraes de la competencia.


Las tablas de la cabaña retumbaron ante el cuerpo estampado en ellas.


Jaemin no es un cualquiera, es mi omega. — presionó el pecho del otro alfa, intentando mantener el control. No podía involucrase en una pelea, no cuando se supone que son un equipo próximo a un partido importante, no cuando el alboroto podía llamar la atención de la única persona que no quería presente en ese momento.


— ¡Puedes decir lo que quieras, pero yo vi la marca en su cuello! — jadeó, sintiendo como la presión sobre su pecho aumentaba a cada segundo, al igual que la atemorizante aura de Jeno — ¿Qué crees que opine su verdadero alfa sobre él? ¿Cuántas veces quizá lo ha sentido revolcándose con otros?


La rabia llenó con más fuerza el cuerpo de Jeno. Le estaba costando mucho mantenerse a raya. Un instinto profundo le ordenaba atacar al cuerpo apresado, a destrozarlo con sus garras, a acabar con su vida de una vez. 


Un deseo animal comenzaba a consumirlo como las llamas al pasto seco. Sus dientes rechinaron entre sí.

𝙔𝙚𝙡𝙡𝙤𝙬   •°  𝚗𝚘𝚖𝚒𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora