Capítulo 33

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Renunciar a tu humanidad nunca es una decisión fácil de tomar, sobre todo cuando pasaste toda tu vida intentando doblegar aquel lado primitivo con el que naces. Ese momento donde te entregas a un sueño eterno para jamás regresar, mientras tu parte animal respira y vive por si mismo y sientes como tus recuerdos se destiñen lentamente; sientes como poco a poco tú desapareces. 


Desde tiempos antiguos siempre se dijo que un lobo descontrolado no tenía salvación, que la única forma en que aquella alma tuviera descanso sería en brazos de la luna, quién se encargaría de someter a su juicio si merecía reencarnar o desaparecer entre su manto estrellado, pero pocos saben que realmente es imposible eliminar toda una parte tuya, porque todo el mundo funciona en base al equilibrio, porque humano y lobo son como el sol y la luna, la luz y la oscuridad, el frío y el calor, el cuerpo y el alma, lo racional y lo instintivo. 


Ella lo sabía. Por eso había situaciones donde su lobo cedía y dejaba su desnudo cuerpo tendido en medio del bosque, donde su alma lloraba al mirar la luna y sentirla tocar su lastimada piel con sus rayos de plata. 


No lo hacia a consciencia. De ser así, su lado humano hubiera preferido nunca volver al exterior. Al menos en su forma animal le era posible olvidar, sedar los recuerdos y volverlos solo borrones en un cuaderno de paginas vacías. Si hubiera podido elegir, hubiera decidido quemar aquellas hojas en lugar de convertirlas en sucias manchas, pero no tenía aquel poder.


Lo único que podía decidir era permanecer ahí, sin querer volver a ser parte de la civilización, aquella que muchas veces le dio la espalda y le demostró lo corrompido que estaba el ser humano.


Ese bosque siempre había sido su hogar. Lo conocía como los cojines en sus patas; sabia donde hallar agua, donde encontrar comida, donde esconderse de los cazadores. Lo conocía todo. Ella siempre se quedaba cerca de las orillas del bosque, porque a su animal le gustaba ver la vida humana avanzando, le gustaba ver el mundo en movimiento, porque el suyo hace mucho que parecía haberse detenido, al menos desde que fue "rescatada" de su destino.


No recordaba mucho de su pasado, solo lo doloroso y traumático parecía haberse tatuado en su piel. Su último recuerdo fue un alfa atacando el auto donde la mantenían encerrada, mismo que una vez terminó con todos abrió la cajuela donde estaba encerrada y le libero.


Aquel alfa que, sin su consentimiento, le mordió el cuello y se la llevó a lo profundo del bosque.


¿Había sido realmente un rescate si nuevamente estaba a merced de otra persona?


𝙔𝙚𝙡𝙡𝙤𝙬   •°  𝚗𝚘𝚖𝚒𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora