Un fuerte golpe hizo que ____ se incorporara en la silla, con la mano sobre el corazón, que le palpitaba a toda velocidad. Al mismo tiempo, un gritó se le ahogó en la seca garganta.
En la penumbra de la habitación, atisbo a su alrededor, esperando ver que el techo de la casa se había hundido. Sin embargo, todo parecía completamente normal. El fuego se había reducido a unas meras brasas. ____ se sorprendió porque, a pesar de la fuerte galerna que soplaba en el exterior, se había quedado dormida.
Al menos, los truenos y los relámpagos habían cesado, pero la lluvia seguía cayendo a cántaros. Tal vez el ruido que la había despertado había sido el de una rama. Zorro no estaba tumbado, como solía hacerlo, delante de la chimenea. Durante un momento, ____ se sintió muy alarmada hasta que recordó que el animal había sacrificado su comodidad por vigilar al desconocido.
En el exterior, seguía estando muy oscuro. Automáticamente, giró la muñeca para mirar el reloj. Entonces, recordó que no había hecho aquel gesto desde hacía mucho tiempo. El reloj se le había roto cuando se cayó en el transbordador que la trajo a Shearwater. La empresa adjudicataria del ferry le había prometido reemplazarlo, pero en los meses que llevaba allí, ____ no se había preocupado de hacerles cumplir su promesa. El tiempo era relativo y ella prefería vivirlo de un modo más flexible.
Al mirar el pequeño reloj que había sobre la chimenea vio que solo eran las cuatro de la mañana. Todavía era demasiado temprano para volver a despertar a Harry de nuevo. Por ello, ____ tomó el libro que había dejado caer al suelo. Hasta entonces, él había pasado todas las pruebas que Dave había sugerido y, a medida que pasaba el tiempo, ____ había empezado a darse cuenta de que todos sus temores eran infundados. Cuando se hiciera de día, él recordaría quién era y se marcharía.
De repente, se produjo otro golpe. El sonido inconfundible del cristal roto vino desde el otro lado del vestíbulo. Aquello era lo que la había despertado. Entonces, una voz gritó su nombre, lo que la puso automáticamente en movimiento, haciéndola dirigirse a la habitación donde dormía Harry con el corazón en la garganta.
-Harry, ¿te encuentras bien?
Entonces, entendió lo que había ocurrido. La rudimentaria lámpara, hecha de una botella de Chianti llena de arena, estaba sobre el suelo, junto con una maceta que había a su lado. Más cerca de la cama, había los restos de un vaso, con los fragmentos de vidrio brillando peligrosamente sobre el agua. Zorro olisqueaba el agua, evitando cuidadosamente pisar el cristal.
-¿____? -preguntó Harry, protegiéndose los ojos de la repentina luz-. Estaba oscuro... no podía encontrar la lámpara... y tenía sed. ¿Dónde estabas?
-¡No te muevas! -gritó ella, al ver que él hacía ademán de poner un pie en el suelo. Harry se quedó helado, mirándola con rostro alarmado-. Lo siento -añadio ella, moderando la voz-, pero podrías cortarte. No quiero que te muevas hasta que haya recogido todos esos cristales.
____ se sintió satisfecha al ver que, efectivamente, era capaz de obedecer una orden. Se había quedado quieto como una estatua mientras ella recogía el cristal y secaba el suelo.
-No sabía dónde estabas -murmuró él, como si quisiera explicar aquel caos.
Evidentemente, no le gustaba depender de nadie.
-Estaba en el salón -respondió ____, mientras le ponía un vaso de agua en la mano-. ¿Sabes dónde estás?
-Contigo.
-No, me refería a este lugar.
-Ese médico de la aguja -dijo él, frotándose la cabeza-, me habló de un pájaro... No, de una isla cerca de la costa de Auckland...