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-¡Creo que te has dejado una! -exclamó ____, señalando el lugar donde una de las tablas seguía sobresaliendo de las demás.

Harry, que acaba de poner pie en tierra después de bajarse de la larga escalera con una caja de clavos, un cincel y un martillo, levantó la vista y miró por encima del hombro a ____. Estaba de pie, al lado de Ray, con una silla plegable bajo el brazo y un plato de galletas en la mano.

-¿Y no me lo podrías haber dicho mientras estaba todavía allí arriba?

-Es que no lo he visto hasta ahora -replicó ella, en tono inocente.

____ observó cómo subía de nuevo al tejado y colocaba la tabla en su sitio. Era una tarde soleada y él se había quitado la camisa. La espalda, larga y esbelta, le relucía por el sudor.

-Ese chico tiene muy buen facha, ¿verdad? -comentó Ray-. ¿Es que estás pensando en pintarlo?

-No es ningún chico y ya sabes que no hago retratos -replicó ella, entregándole las galletas que le había preparado para el té.

-Pensé que podrías hacer una excepción en este caso... al ver lo mucho que parece gustarte mirarlo mientras trabaja.

-Resulta tan fuera de lugar que es imposible ignorarlo.

-Pues a mí me había parecido que estaba adaptándose bastante bien. Y no protesta. Hace todo lo que yo le pido y más. Y tiene ojo para los detalles. Ni siquiera parece molestarse cuando tú te acercas aquí a criticar.

-Él no pertenece a este lugar. No entiendo por qué te parece que es tan estupendo replicó ella.

No le gustaba el hecho de que Ray y Harry hubieran hecho tan buenas migas en tan breve tiempo. En poco más de dos días, parecían haberse hecho uña y carne, lo que contribuía a privarle de parte del placer de su venganza.

-Es cosa de hombres -dijo Ray riendo al ver la expresión sorprendida de ____-. Eso me lo ha dicho mi nieta. ¿Y por qué no me iba a caer bien, ____? Le he escuchado mientras me habla y mi instinto me dice que es un buen muchacho. ¿Qué tienes tú contra él?

-¿Qué es lo que te ha dicho? -preguntó ella.

-Probablemente nada que no te dijera a ti... si estuvieras interesada en hacerle las preguntas adecuadas.

-Es que no confío en él -respondió ____, alarmada-. Eso es todo.

-Tal vez no sea en él en quien no confías -replicó Ray-. Tal vez tus prejuicios te impiden ver lo que te dice el instinto. Me pregunto por qué tienes tantas ganas de que te caiga mal.

Con eso, se fue a hablar con Harry y, a continuación, se sentó en el porche sobre una mecedora con el plato de galletas en las rodillas. Zorro, que nunca perdía la ocasión cuando olía comida, se acercó inmediatamente a él.

Harry bajó de la escalera y, tras tomar una botella de agua que había en el suelo, se acercó a ____.

-¿Qué te parece? -preguntó, haciendo un gesto hacia la casa, mientras se limpiaba el sudor de la frente.

-Sigo pensando que eres un peluquero –respondió ella, a pesar de que el resultado era más que impresionante.

Él sonrió y se metió una galleta en la boca.

-Esas no eran para ti -se quejó ella.

-Entonces, ¿por qué has hecho tantas?

-Esas galletas son las favoritas de Ray.

-Y las mías también -dijo Harry, sacándose otra del bolsillo-. Creo que Ray se lleva la mejor parte del acuerdo que tiene contigo. Eres una buena cocinera.

InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora