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-¡No puedes marcharte ahora! -exclamó ella, al ver que, al día siguiente de devolverle el dinero, Harry estaba guardando sus cosas cuidosamente en su bolsa de viaje.

-Tengo un negocio que dirigir. He estado fuera demasiado tiempo.

____ estaba asombrada por la excusa. A pesar de que le había oído hablar de negocios por teléfono durante los días anteriores, nunca había dado señales de que quisiera regresar. Además, él siempre había sabido delegar en otras personas, lo que había sido una de las claves de su éxito.

-Pero se supone que sigues de vacaciones...

-Menudas vacaciones -dijo él, tocándose la contusión que tenía encima del ojo y que ____ se había pasado diez minutos aplicándole hielo cuando hubo regresado a la casa.

Después de curarle, había aprovechado la oportunidad de explicarle por qué había defendido a Karl. Y Harry había parecido creerla. Sin embargo, aunque le había explicado lo que Karl le había hecho recordar sobre el día que se marchó, él se había negado a explicarle más sobre el estado de su matrimonio dos años atrás y ella, al darse cuenta de la fragilidad de su relación, no había querido insistir en el tema. Se había consolado diciéndose que ya tendrían tiempo de sobra para discutir el futuro y el pasado... especialmente cuando él la había llevado a la cama y le había hecho el amor.

-Esta isla está demostrando ser peligrosa para mi salud -añadió él-. Tal vez sea la magia de este lugar que intenta protegerte de los intrusos.

-Lo siento...

-Yo no. Esta vez ha sido culpa mía. Yo le pegué primero. Y me gustó hacerlo...

-Has sido muy amable en permitir que te devuelva el dinero poco a poco.

-La amabilidad no tiene que ver nada con ello. Le estoy dando un préstamo, cuanto más tarde en pagarlo, más intereses tendrá que pagarme. Así que no puedo perder -dijo él, cerrando la cremallera de la bolsa-. Tengo un par de cosas que hacerle a Ray. Luego tomaré el transbordador de por la tarde.

-Ray sentirá mucho que te marches -comentó ella, desesperadamente-. Ya sabes lo mucho que disfruta con tu compañía.

-Ray lo entiende perfectamente -afirmó él, mientras llevaba la bolsa al salón.

«¡Pero yo no!», pensó ella. ¿Cómo había podido hacerle el amor la noche anterior y luego marcharse tranquilamente, como si no hubiera sido más que una aventura?

-Pero si casi no hemos tenido oportunidad de hablar -insistió ella, al ver que dejaba el abrigo en el respaldo de la silla-, ¿Cuándo vas a regresar?

-No voy a hacerlo. Ya te he dicho todo lo que tenía que decir. Ahora eres tú la que tiene que decidir. Como dijo Karl antes de que le pegara ese puñetazo, no puedo obligarte a ser alguien que no quieres ser. No puedo tomar decisiones por los dos. Tú eres la que tienes que decidir qué paso quieres dar. Y voy a darte espació para que lo hagas. Mientras tanto, tengo una casa, una vida, esperándome.

-Pero... yo soy tu vida -le recordó ella, extendiendo las manos para hacerle comprender.

-Esto no es mágico, ____ -replicó él, tomándole la mano y estudiando el anillo que ella se había colocado-. Una alianza no te convierte en una esposa, ____.

-Lo sé, pero me acuerdo... Siento que soy tu esposa. Eso es lo que querías, ¿no? Para eso viniste.

—¿Estás diciendo que estás dispuesta a marcharte de aquí conmigo... a regresar a casa?

-Yo... -musitó ella, sintiendo pánico-... todavía tengo que hacer unos encargos para George, pero si tú te quedaras, podríamos hablar... No te puedes marchar de este modo, sin que hayamos resuelto nada...

InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora