Encontrarme con Lucas es lo último que esperaba en esta mañana. Supuse que estaría junto a mi hermano, conociendo a sus amigas y disfrutando en alguna fiesta por ahí.
Camina hacia mi y toma asiento a mi costado. Deja un ramo similar al mío, al pie de la tumba.
—Lo quería como si fuera mi padre.—no respondo y dejo que el continúe su discurso—Me enseño algo que el mío jamás hubiera hecho. Me enseñó a cuidar a lo que uno quiere, a proteger a la familia a toda costa. Me enseñó a valerme por mi mismo, y ayudar a los demás, aun cuando no lo pidan. Puedo ayudarte...—se ofrece. Y por un segundo pienso en tomar su oferta, pero no estoy así de desesperada como pensaba. No necesito que alguien me diga cosas que ya se sobre mi misma.
Un silencio ensordecedor nos acompaña. No tengo nada que decir, pero debería hacerlo.
—Eres como él.
—Puedes... dejar de decir eso.—digo cortando cada una de mis palabras.
—No. No lo haré.—responde. Me pongo de pie y camino por donde entré.
Antes de poder escapar él toma mi brazo y me observa con esa mirada penetrante que tanto odio.
—Suéltame—le pido.
—No. Necesito que me escuches. Al menos a mi, porque no escuchas a nadie más que a ti misma.Intento ignorar el hecho que su mano me acaba de erizar la piel como anoche. No me gusta sentir que su tacto surge un efecto mínimo en mi.
—No eres la única que perdió a alguien. No es así. No eres la única que siente dolor. No te atormentes con la pena de esa manera.—su mirada no es compasiva. Es de enojo. Como si le enojara que me sienta sola con el dolor. "No dejes que el dolor se convierta en una tormenta" La frase que ha retumbado en mi cabeza todo el día.—Deja de pensar que el mundo gira a tu alrededor.
Esa pequeña oración basta para que la ira se apodere de mi. Mis ojos se llenan: son una mezcla de ira con decepción. Mis acciones son más rápidas que mis palabras. Es tarde para arrepentirme, cuando ya le he dado una bofetada. Me tiembla el cuerpo y late la mano.
Lucas se agarra la mandíbula y antes de que vuelva a decir algo, salgo corriendo. Busco mi bicicleta y manejo lo más rápido que puedo hacia Linlake. Unos minutos después, estoy en el campo, rodeada de luz, agua y unos cuantos árboles.
Respiro el aire fresco, me siento miserable por lo que acabo de hacer. Tal vez él solo quería ayudar y yo lo espanté como a todas las personas que intentan hacerlo. El último psicólogo que me visitó, renunció en la primera cita.
No quería a nadie más que a papá y todos trabajaban igual que él, descifrando personas. Yo no quería que me descifren, quería que me acompañen mientras pasaba por ello, pero cuando necesité de alguien, ya nadie estaba. No de la forma en la que los necesitaba. Ya no.
Grito a voz suelta, sabiendo que nadie a kilómetros me puede escuchar. Caigo de rodillas en el pasto y lloro. Lloro como nunca antes lo había hecho, sin ataduras, sin preocupación, sin el miedo de quebrar a mi madre o a mi hermano de nuevo, sin el miedo de incomodar a los demás. Sin miedo de dejar ir. Sin miedo de soltar.Extiendo la manta que llevo a todos lados, me acuesto en ella y tomo las rosas que había comprado en un principio. Dejo una al pie del árbol que me da la sombra en la que estoy acostada y la otra la lanzo pétalo a pétalo hacia el lago.
—Prometo continuar pero jamás olvidarte. Te amo.
Suspiro y me acuesto mirando hacia el cielo. La suave brisa acaricia mi piel, dejándome erizada. Trago saliva y cierro los ojos. Esto es lo más íntimo que he hecho en meses. Por mi y para él. Dejo encendida la música y me dejo llevar por cada melodía que me entrega en aleatorio. Agradezco este pequeño instante, aunque sé que debo agradecer a otros por cuidar de mi y no dejar que me haya hundido en su momento. No soy la única que ha perdido algo, no soy la única que ha perdido a alguien.Al regresar a casa, es la hora del almuerzo. Mamá está ahí, puntual. Sabe que estoy en casa y ha preparado mi favorito.
—Déjame adivinar. Esta vez lo haré bien lo prometo: Estuviste en Linlake toda la mañana.
—Casi. —respondo quitándome los lentes—en el cementerio también.
El rastro de hinchazón en mis ojos es mínimo, se adapta a mis ojeras con facilidad así que es difícil que mamá pueda llegar a notarlo.
—Déjame adivinar lo que has preparado...
—Está bien, adelante.—responde ella
—Lasagna de vegetales.
—Siempre aciertas.
—Siempre preparas mi favorito.—le sonrío.
Ding dong, Ding dong. Suena el timbre. Me sobre exalto asustada. Lucas. Es lo primero que cruza por mi cabeza.
No quiero pensar. No quiero que esté en lo correcto porque al hacerlo, pierdo lo último que me queda. La razón.
Abro la puerta. El temor me invade, la vergüenza continúa, y su sonrisa aparece.
—Hola—dice mientras yo me hago a un lado para que pueda pasar. Permanezco en silencio intentando evitar cualquier tipo de comunicación con él. Da un paso y se detiene cerca a mi oído.
—Tu secreto quedará entre nosotros—observo su cuello y subo a sus ojos—solo si me escuchas.
—No se de que hablas.—Respondo tajantemente. Mi respuesta apenas lleva sonido pero se que la ha escuchado. Intento marcharme pero su tacto me detiene. Como siempre.
—Lo que haces. Cuando nadie ve.—me observa con esos ojos grandes que tiene. Su mirada me atraviesa. Me siento desnuda ante él. Como si pudiera leer mi mente o peor, mi corazón.—Crees que desahogarte sola es la mejor forma de solucionar tus problemas, pero estás equivocada.—Volteo a mirarlo, esta vez mantengo mis ojos en los suyos, y no me intimida.
—Lamento lo del cementerio—digo finalmente, evadiendo cada oración que ha recitado.De regreso a la cocina. Siento sus pasos encima de los míos. Saluda a mamá y ella estalla de emoción. El solo hecho de saber que conocía a mi padre, le llena el alma.
—Avril y yo estábamos por llamarlos, ¿Nic no ha venido contigo?
—Se ha quedado cerca de casa de Jennifer, dijo que tenía que hacer algo ahí.—¿Nic, donde Jenn?
—Ya vendrá. ¿Me ayudan con la mesa?
Llevamos al comedor la lasagna y las bebidas. Roberta se ha adelantado y ha dejado los platos en su lugar.
Mientras acomodo la comida noto con el rabillo del ojo, su intriga.
—¿Qué—pregunto—hay algún problema con la comida?
—No. Te observo. Puedes engañar a todos, pero a mi no, amor.—esas últimas palabras me recuerdan a la cena que tuvimos la noche en la que nos conocimos.
—Te dije que no me llamaras así. No me conoces.—lo fulmino con la mirada y salgo caminando hacia el patio. Lo último que necesito es que mamá sepa que ocurre acá. Se apresura en avanzar hacia mí y me detengo al escuchar su voz.
—Y yo te dije que equivocas. Te conozco más de lo que crees, por eso te ayudaré. No soporto la idea de ver cómo te ahogas sola. John estuvo para mi siempre, y yo no estuve para él en sus últimos días. Le debo esto.—suena desesperado, no logro descifrar su mirada pero siento que se va a romper en cualquier momento.
—No es una deuda que debas pagar. Yo puedo sola.***
Su voz, su mirada, su actitud. Resuenan en mi cabeza durante el resto de la tarde. No lo he vuelto a ver desde el almuerzo. La prueba de vestidos resulta satisfactoria.
—Está precioso mamá.
—Margarita es talentosa. Mando a traer las telas de la ciudad.
Doy vueltas observando mi vestido en el espejo, mamá observa el espejo sobre mi hombro. Sé que intenta decidirse mi mirada por cómo me observa. Le sonrío sin dejar rastro de pena en mi rostro, y ella se llena de satisfacción al notar que estoy "bien".
Al salir, la plaza está plagada de todos mis conocidos. Clásico. Siento un pequeño hincón en el pecho al observar a Samantha.
Necesito salir de aquí. Camino hacia el auto de mamá pero esta es mucho más rápida y se cruza en nuestro camino.
—Ohh Sammy hace mucho que no te veía, estas grande. ¿Cuando vas a casa?
—Señora Miller, que linda luce. Iré pronto—le da una sonrisa falsa mientras mamá se dirige al auto. Se aleja lo suficiente como para que pueda dirigirse solo a mi.
—Tu mamá no sabe nada—afirma.
—¿Qué quieres?
—Que me perdones. Las cosas no se dieron como tú crees. Se que han retomado su relación y esperaba a que puedas perdonarme como lo hiciste con el.
Me sorprendo a mi misma cuando de pronto estoy riendo de lo que ella acaba de decir, escucharlo de ella me causa tanta gracia.
—No tengo nada con él. Y jamás lo tendré.
—Pero él subió una foto contigo, y confesiones Linton lo confirmó.
—Me importa poco que hayan subido cosas sobre mi, ambos. Son falsas. —me detengo un segundo a tomar aire. Muevo la cabeza y la miro a los ojos—Ahora que lo pienso... esta es tu oportunidad, recuerdo perfectamente cuanto te gustaba mientras estábamos juntos. Ahora es todo tuyo. Te llevaste el premio a la amiga del año. Nos vemos—respondo mientras la dejo parada observándome caminar hasta el auto.
—¿Todo bien?—pregunta mamá.
—Si, solo le deje en claro un par de cosas.
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¿Él me conoce?
Teen FictionDespués de un doloroso momento en mi vida estoy en otra ciudad empezando la universidad. Todo empezaba a encajar de a poco de nuevo, hasta que en un encuentro inesperado conocí a Lucas Novoa, quien al parecer sabia más que yo sobre mi propia vida. J...