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Mi corazón agrietado

-¡Amo Yoongi, el emperador le espera en la sala principal de reuniones!-, la frase había salido con una respiración algo cansada pero de entonación sútil, jae sang ya no era un joven y él lo sabía, pero su amor por el imperio lo mantenía de pie asegurando a cada uno de sus amos.

La mirada felina y casi dorada del joven lo dijo todo. Yoongi no era un joven muy expresivo que se diga, no desde que las guerrillas japonesas invadieron su castillo en la madrugada y le arrebataron la vida a su madre frente a sus ojos. Desde entonces yoongi solo se limitaba a pronunciar monosílabos sí eran necesarios o tal vez su mirada lo decía todo.

-Señor, el joven yoongi se encuentra aquí-, el recién mencionado simplemente cruzó miradas con su hijo, mientras este se situaba en una de las sillas de la gran sala de reuniones.

-¡Vamos Yoongi cambia un poco la cara que hoy vas a conocer a alguien especial!-, yoongi estaba a punto de resoplar por la tediosa petición hasta que Jae Sang había anunciado la presencia de alguien más que ellos dos, su mirada se cruzó de inmediato con unos ojos extraños, semi rasgados pero muy grandes, unos bonitos ejemplares café oscuro que brillaban con demasiada intensidad, su sútil rastreo de facciones fue interrumpido por la áspera voz de su padre.

-¡Min Yoongi!, no seas irrespetuoso y saluda-, decía su padre entre dientes. El joven parado frente a él no hacía más que observar con una pizca de curiosidad el semblante de Yoongi y el por qué este no decía nada, -Hola-, fue la única palabra emitida por Min, la mirada furtiva de su padre dejaba en claro las intenciones de querer matar al joven por su descortés bienvenida, lo que su padre no sabía es que yoongi sentía plena curiosidad por aquel individuo que no paraba de observarle sin disimular siquiera un poco.

-Bien, yoongi como te dije, Jimin es la nueva cabecilla de nuestro ejército, tiene casi tu edad, pero es muy bueno en lo que hace- yoongi seguía sin emitir ni una sola palabra, seguía perdido en sus pensamientos hasta que una curiosa frase lo hizo moverse inquieto en su lugar, -Jimin va a enseñarte a empuñar una espada-, su mirada expresó sorpresa más no pasó de eso, y sin más que decir yoongi simplemente se retiró del lugar, no es que fuese grosero, es que le daba pánico estar entre tantas personas a la vez, el puesto de emperador no era más que una mala jugada de la vida.

Ahora completamente solo con un desconocido en su habitación se limitó a seguir la jugada de miradas, sabía que aquel sujeto no iba a dirigirle la palabra, nadie en ese lugar lo hacía por cierto temor y respeto hacia el próximo emperador.

-¡Amo min!, ¿se encuentra usted bien?- la mirada gatuna de yoongi le heló hasta la parte más profunda y recóndita a jimin, pero su curiosidad era más grande que el miedo, el joven amo no le parecía una mala persona, es más le parecía una persona culta e interesante. -Está bien, no es necesario que responda, aunque me gustaría-, dijo puchereando levemente sus labios rosa, acción que a yoongi le pareció extrañamente tierna, pero no dijo nada, solo se escuchó un pequeño quejido similar a una risita. -Bueno al menos le he hecho reír, ¿no?, oiga, ¿y si me puedo sentar? ó ¿debo seguir de pie?, mi padre me dijo que no podía hacer eso, pero me duelen las pier-, la frase no fue terminada cuando se escuchó un golpe seco, un quejido, y un suspiro de miedo, Park Jae Sang se había hecho presente y se disculpaba por la actitud tan desvergonzada que había tenido su hijo hacía él, cosa que a yoongi no le molestaba, era la primera vez que se topaba con una persona como Jimin. 


-Una disculpa si existe algún tipo de error ortográfico en la historia, se supone que ya está evaluado por Word, pero nunca se sabe

Even If I Die It's you Donde viven las historias. Descúbrelo ahora