Final

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Tobirama se dirigía cansado a su casa después de un largo día de trabajo. Hoy era San Valentín e iba lleno de regalos y  cartas de sus alumnas.

Antes de salir del auto metió todas en una bolsa y entró a su apartamento y se sentó por un momento en el sillón cerrando sus ojos y tirando la cabeza hacia atrás.

Sintió como unos brazos le rodeaban el cuello desde atrás y la voz más hermosa de todas pronunciaba lo que más amaba

-Bienvenido a casa, amor- La dulce voz sonó por toda la habitación y abrió los ojos y le plantó un tierno beso.

-No sabía que habías llegado- Dijo Tobirama haciéndole una seña para que se sentará junto a él.

-Hoy salí temprano- Sonrió y se sentó junto a él.

-¿Tus compañeros te regalaron algo?- Preguntó arrugando el entrecejo.

-Un par de cosas, pero no tanto como a tí- Señalo la bolsa llena de chocolates y cartas.

-Te puedes comer los chocolates- Sonrío nervioso intentando dejar el tema.

-Lee las cartas, seguro se esforzaron mucho haciéndolas- Dijo cruzando los brazos y volteando a otro lado.

A él no le interesaba ni un poco le que pudieran decir esas cartas pero molestar a su prometida de vez en cuando no estaba de más.

-De acuerdo- Dijo mirándolo como la ojiluna se sorprendía.

-Tobirama-sensei, aún a sus 30 años me calienta como mil soles- Leyó en voz alta.

-Su fuerte espalda seguro se vería mejor con mis uñas marcadas en ella- Continuó leyendo y la azabache se acerco para leer con él.

-Seguro en este momento ya esta duro de solo imaginarlo, yo podr-

-¡Para ya!- Gritó Hinata frunciendo el entrecejo.

-Tú dijiste que las leyera- Se excusó con una cínica sonrisa.

-Si tanto te gustó sigue leyendola, seguro todo lo que dice es cierto- Quito su mirada de su peliblanco.

La tomo por la espalda y la pegó a él tomando sus senos y masajeandolos mientras labia su cuello.

-La única mujer que me puede poder duro eres tú- Susurró en su oído haciéndola estremecer.

No paso mucho tiempo para que el peliblanco pasara sus manos por debajo de la pijama de la mujer y apretara sus erectos pezones sacandole deliciosos gemidos.

-A-amor- Intentó pronunciar ella pero le fue imposible cuando sintió como una mano intrusa se adentro en su ropa interior masajeando su punto más débil.

-Gimes hermoso, no te detegas- Pidió mientras uno de sus dedos estraba y salía del interior de esa bella mujer.

Rápidamente sin poder aguantar más le quitó toda la ropa a su princesa para luego el sacarse la camisa y comenzar a besarla desenfrenadamente.

Tomo uno de los grandes senos y se lo llevo a la boca para darle atención al erecto pezón.

Cada vez era más difícil mantener su erección dentro de su pantalón, así que sin dificultad se lo quito dejando expuesto su palpitante miembro.

Lo frotó despacio en la entrada de la azabache sin dejar de atender su rosado botón.

-P-por -favor- Gemía la chica ahogadamente.

Como buen futuro esposo hizo lo que le pidió su amada y de una estocada introducio todo su miembro, provocando que la chica arqueara la espalda.

Intentó comenzar lento pero no pudo, lo hizo rápido y profundo, tal y como a ambos les encantaba.

Se inclinó hacia atrás para tener la vista más hermosa del mundo, su erección entrando y saliendo de esa estrecha vagina mientras los senos de su ojiperla saltaban y sumado a todo eso, la carita sonrojada de niña inocente con esos ojos llenos de lujuria que contrastaban perfecto.

Con un movimiento el peliblanco se sentó dejando a su amada arriba de él sin salir de ella.

-Montame, tal y como te gusta- La pelinegra obedeció y comenzó a saltar rápidamente sacando gemidos roncos de su prometido.

-¡Ah ah ah!- Gimio la chica llegando al orgasmo, pero sorpresivamente no se detuvo y continuo penetrandose.

-A-amor, sa-sacalo- Gimio Tobirama a punto de venirse, sin embargo, no aguantó más y lo hizo dentro de su mujer.

Con las respiraciones agitadas se detuvieron buscando aire.

-Te he dicho que no te vengas adentro- Dijo Hinata recuperando aire en su hombro.

-¿Quién fue la que agarro mi verga de trampolín?- Replicó el peliblanco saliendo de su interior.

La princesa solo hizo un puchero y se comenzaron a vestir.

-¿Quieres cenar?- Preguntó Hinata con una hermosa sonrisa.

-Ven acá y nos comemos esto- Señaló los chocolates de la bolsa.

Y sin esperar un segundo la ojiperla ya estaba abriendo el primer paquete.

-Tus alumnas tienen buen gusto- Dijo con la boca llena de chocolate.

-Yo tengo buen gusto- Le dio un fugaz beso en los labios.

Mientras la veía comer se dio cuenta una vez más que todo valió la pena, estar 2 años completos sin tocarla, ocultando su relación, pensando todas las noches que la ONU llegaría a buscarlo por estar con ella.

Pero ahora, 4 años después solo faltarían un par de meses para ser marido y mujer y ¿por que no? Tal vez hasta ya tenían un niño en camino.

FIN

Ética profesionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora