Un accidente que resultó bien.

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Toda una gran semana de fracasos había transcurrido ya.
Y cada uno de esos días, en que Harry había visto y aprovechado cada oportunidad de saludar a Draco, el rubio por el contrario y en misma medida, había aprovechado cada oportunidad y ocasión para ignorarlo.

Pero bien lo había dicho él desde un principio, no pensaba rendirse fácilmente, por el momento, seguía con sus intentos de que el rubio le respondiera su saludo con al menos un gesto, algo que no fuera levantar una ceja y desaparecer en la dirección contraria.

Y aunque no podía negar que en parte le divertía ver las caras de Draco, también debía admitir la parte en que se sentía mal por cada vez que fracasaba.
Es decir, sabía que no sería fácil, pero parecía mucho más probable volver a encontrar los horrocruxes con los ojos vendados y sin magia a que el Slytherin hiciera algo tan simple y banal como saludarlo de vuelta.
Una fugaz sonrisa ladina sería suficiente para él, cualquier indicio de que no se la iba a pasar el resto de su vida en espera de algo imposible.

Y una vez más, Malfoy era todo lo que habitaba en su mente, no estaba prestando atención a clase por pensar en el egoísta, engreído, ignorador... Atractivo, intrigante... De Draco Malfoy.
Era un matón, un idiota que juzgaba a la gente por su herencia sanguínea, algo que no podían elegir ni controlar, de hecho, era incluso algo que no importaba lo suficiente para andar recordando a todo el mundo que sería inferior, porque eran puras mentiras, Hermione era el ejemplo perfecto; hija de padres muggles, y aún así era una hechicera mucho mejor de lo que sería cualquiera de ellos.

Él era hijo de dos magos y, bueno. Sí, él tampoco era sangre pura, su madre era la única bruja de la familia, Petunia lo había dicho.
Eso también contaba como no mago puro ¿Verdad?
Seguramente, pero no era algo importante tampoco, no le impedía expandir sus habilidades y control sobre la magia.

Es verdad, no se lo impedía y aún así estaba fallando en sus clases últimamente, pero no era por su sangre, era por el estudiante que se encontraba sentado cuatro mesas detrás de él a su derecha.
Ahí, en ese rubio fanfarrón y mimado estaba toda su atención.

Todo era...

— Joven Potter ¿Algo que quiera compartirnos? ¿Por qué no está usted poniendo atención a la clase?—inquirió en voz alta el nuevo profesor contra las artes oscuras, Dubsclap Mertin.

— Culpa de Malfoy—razonó en su mente Harry.

O bueno, eso había creído hasta que el silencio de toda la clase y la mirada interrogativa del maestro lo trajo de regreso a la realidad.
Había olvidado por completo todo.

Había olvidado dónde estaba.
Había olvidado ante quiénes estaba.
Había olvidado cómo pensar en silencio y cómo hablar.
Y, lo más grave que había olvidado, sumando a todo lo anterior, es que, efectivamente, detrás suyo, cuatro mesas exactamente, a la derecha, estaba Draco Malfoy, a quien había nombrado sin pensar qué estaba haciendo.

Lo único rescatable de su situación era que si esperaba llamar la atención del rubio, esa había sido la manera más eficiente que podría haber puesto a prueba.

El profesor, un hombre en sus treintas, de cabellos rubios, tes casi pálida, ojos marrones tan claros que rozaban el color miel, jóven y con apenas años dando clases, era demasiado impaciente y terco para la poca experiencia que llevaba en el campo de la enseñanza.
Ninguno de ellos podía decir que era malo haciendo su trabajo, siempre explicaba de maravilla, con cincuenta maneras diferentes para que todos entendieran, pero algo que jamás había hecho era demostrar el mínimo gesto de misericordia con sus estudiantes.

No era como si alguno reprobara por caerle mal al profesor, todos estaban al mismo nivel en ese sentido, incluso Hermione Granger y el recientemente nombrado Draco Malfoy, los eruditos de la clase, tenían perdonado el interrumpir sus explicaciones de la forma en que fuera.
Y Harry Potter estaba completamente al tanto de esta información, por ello, cuando se dió cuenta de su gravísimo e irreparable error sólo pudo esperar a recibir su castigo.

10 Besos para enamorar a un Slytherin. |Drarry +18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora