Valentía de huir. (Segundo beso)

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La tarta de calabaza se enfriaba en su plato mientras la acuchillaba con el tenedor distraído una y otra vez.
Estaban en el almuerzo, en un fresco día nublado y ventoso. El bullicio habitual del gran comedor se hacía eco en su mente. Estaba allí sin estarlo realmente, pensamientos de preocupación y ansia invadían su pensar.

Necesitaba no sólo una, sino nueve excusas para acercarse a Malfoy y así tener la oportunidad de besarlo.
Se sentía expectante al pensar en cómo cambiaría su relación con el rubio ya mencionado a medida que su plan avanzara. Tenía la ingenua convicción de que sería correspondido, y a su vez, la idea realista y pesimista de que el Slytherin huiria tan pronto como quisiera dirigirle la palabra.

No podía despedirse de él luego de algún partido de Quidditch porque el campo aún no estaba en condiciones de retomar los juegos.

No podía correr a besar sus mejillas al terminar alguna clase porque, además de ser visto por el resto de estudiantes, el objetivo salía entre los primeros al estar su asiento cerca de la puerta.

No podía detenerlo en un pasillo de camino a sus habitaciones sólo para depositar un beso en alguna parte de su rostro, sería de lo más extraño en las extrañas ideas que surgían en su mente.

Al final...

— Besarlo es más difícil de lo que pensaba—resolvió, creyendo una vez más que hablaba para sus adentros.

Pero, era evidente que no había sido el caso. Ron y Hermione que se hallaban frente a él, lo observaron atónitos.
Neville y Dean, que se hallaban uno a cada lado de él se voltearon a verlo con sorpresa y curiosidad en misma medida.
Por suerte, ellos cuatro eran los únicos lo suficientemente cerca para oírlo, y con la mente en blanco para procesar sus palabras.

Para cuando el héroe del mundo mágico se dió cuenta de su auto sabotaje ya era incluso más que tarde. Los cuatro pares de ojos estaban posados en él.

— ¿Besarlo?—repitió Dean.

— ¿A quién?—preguntó entonces Neville.

Toda la sangre que se encontraba en el interior de su cuerpo parecía haber viajado directamente hacia su rostro, exactamente a sus mejillas, y no había señales de que la vergüenza se le pasara pronto.
Debía pensar con inteligencia -al menos una vez-, y zafarse de esa situación tan comprometedora.

— ¿Besarlo? No dije besarlo, oyeron mal, yo dije... Vencerlo—mintió dando todo de sí por sonar creíble.

Luego de que ambos expresaran su desconfianza en las muecas que simplemente se formaron en sus rostros, Dean pareció aceptar la nueva versión de lo que creía haber escuchado, pero Neville sólo frunció el entrecejo aún con más desconfianza.

— ¿A quién?—insistió en saber, sin quitarle los ojos de encima ni por un segundo.

Ron y Hermione se habían quedado como helados. Querían decir algo para ayudar a Harry, pero lo cierto es que no tenían idea de qué podrían llegar a decir, e incluso si tuvieran una idea, sentían que podían llegar a cagarla más.

— No a quién...—empezó a explicar el azabache antes de ser distraído por la retirada de cierto Slytherin de la mesa frente a la suya.

Draco se había puesto de pie casi de un salto, y parecía estar huyendo de la pequeña rata que siempre lo seguía y de una muchacha Slytherin que estaba sentada del otro lado junto a él.
Parecía haber dicho algo a ambos, puesto que su cabeza se había girado en dirección de uno y luego del otro, para finalmente comenzar a alejarse dando pasos con fuerza tal que podía oírlos a pesar del barullo hasta que se alejó demasiado.

10 Besos para enamorar a un Slytherin. |Drarry +18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora