7- Amiga

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—¡Shinobu-chan! —la llamó Mitsuri en un chillido mientras estrujaba el menudo cuerpo de su amiga en un eufórico abrazo.

Ambas jóvenes se encontraban en la cafetería de los Kanzaki, Shinobu había hecho planes con la pelirrosa para almorzar y así pagar su deuda. Le debía un gran buffet a Mitsuri después de que esta le salvara el pellejo al cubrirla por su retraso con su hermana días atrás. Y la chica no había desaprovechado la oportunidad; rápidamente su lado de la mesa se llenó de numerosos platillos y entre bocados, que dificultaban la aparición de su enorme sonrisa, contaba sus desventuras en la facultad de arte.

—¿Y qué hay de ti, Shinobu-chan? —indagó Mitsuri avergonzada, haciendo una pausa de sus relatos.

De nuevo había acaparado la conversación desde su llegada y quizá su amiga también tenía cosas importantes que contarle. Shinobu pensó por un momento en su pregunta.

—No ha pasado gran cosa. Tú sabes cómo es esto, de la escuela al trabajo y del trabajo a la casa —contestó al cabo de unos segundos con una sonrisa relajada entre los labios.

—Pero, hay algo más ¿o no es así? —inquirió Mitsuri haciendo evidente su nerviosismo.

La Kochou encaró ambas cejas, intrigada por el comentario y la actitud que de pronto había adoptado su amiga. Apenas se percató de la reacción que tuvo su comentario, la pelirrosa se apresuró a rectificar:

—¡No es que quiera ser chismosa! —Mitsuri agitó las manos con energía—. Es solo que me sorprendí cuando Kanae me llamó hace unos días diciendo que estabas en mi casa. Tú no sueles engañarla así, por eso pensé que debía tratarse de algo muy importante. Lo siento.

Al disculparse bajó la mirada hacia los platillos de comida que yacían sobre la mesa. Shinobu se conmovió, agradecía la preocupación que manifestaba su amiga y a la vez se lamentaba por haberla involucrado en sus mentiras.

—No eres una chismosa, Mitsuri-chan —la tranquilizó dibujando una sonrisa amistosa en sus labios-. Haz hecho tanto por mí, realmente te mereces una explicación...

La azabache examinó a la joven delante de ella, mordiéndose el labio inferior en un gesto casi imperceptible. Aún no le había contado su decisión de ir tras Douma, y sabiendo la fama que este se cargaba prefería mantenerlo así. Conocía a Mitsuri, ella no era la mejor guardando secretos, sin contar que al igual que harían sus hermanas al enterarse, intentaría disuadirla de su plan. No había nada más irritante para Shinobu que ver su actitud pasiva al respecto.

Meditó la opción por ínfimos segundos, descartándola casi de inmediato. No se sentía preparada para confesarle lo que sucedía. Por mucho que Shinobu lo odiase, tenía que seguir mintiendo a quienes la rodeaban. Su cabeza no tardó en formular la cuartada perfecta, una que dejaría a Mitsuri más que satisfecha. Se empezaba a volver un hábito y ya con facilidad era capaz de formularse nuevas mentiras para encubrir sus actos.

—La verdad es... que estoy saliendo con alguien —soltó la joven de orbes violetas añadiendo a sus palabras un sutil toque de timidez para volverlo más creíble.

«Cosa que no es del todo mentira», se afirmó Shinobu en un pensamiento, haciendo el vano intento de tranquilizar su sentido de culpa.

Y tal como lo había previsto, apenas terminó de expresar esas palabras, los enormes ojos de Kanroji se iluminaron, haciendo sobresaltar su verde natural. La pelirrosa soltó un chillido de emoción y se reclinó sobre la mesa, buscando las manos de su amiga para tomarlas.

—¡Te lo dije! —exclamó con evidente alegría—. ¡Por más que lo niegues el amor siempre llega a nuestras vidas!

Shinobu se limitó a asentir con la cabeza. Sin embargo, la expresión soñadora que mantenía Mitsuri no tardó en deshacerse, dando paso al desconcierto.

En la boca del lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora