EL DOLOROSO MILAGRO

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Luca estaba decidido a cambiar de vida a una que le permitiera encontrar a sus hermanos, pero el oxígeno y el pase no eran suficientes para conseguirla. Al menos, esos lujos de gran valor no eran suficientes para tener acceso directo a la localización de Alen y Helena, pero sí podían conseguirle la información necesaria para poder acercarse un poco más. De todas maneras, le hubiera dado igual haber tenido todo el oxígeno del planeta para canjear, ya que sin conocer a nadie que le pudiera vender esa información, lo único a lo que le daba acceso era a una corta, triste, y solitaria vida sin sus hermanos.

Aunque no supiera dónde, una cosa sí tenía clara Luca a la hora de empezar a buscar a sus hermanos. No iba a conseguir la información que necesitaba si aparentaba ser un Humble, así que lo primero que hizo fue comprar ropa más adecuada para la clase social a la que aspiraba a pertenecer. No le resultó fácil que le dejaran entrar en una tienda donde comprar, ni siquiera con el pase que le había dado el soldado. Pero una vez que encontró alguien suficientemente amable, o suficientemente avaro como para no rechazar oxígeno, consiguió un atuendo más acorde con las zonas que quería recorrer. Desde ese momento, las miradas cesaron y dejó de ser un ser inferior a los ojos de los Royal con los que se cruzaba. Ya aparentaba ser uno de ellos, pero eso no abría tantas puertas como él llegó a pensar.

A lo largo de los días, después de pasar por uno de los puestos de vigilancia sin que los soldados le pidieran que enseñara el pase, se sintió mucho más confiado. Eso le sirvió para, cuando fue consciente de que no podía seguir gastando más vales en hoteles en los que pagabas el doble de oxígeno que el que expulsaban en la habitación, decidió que debía comprar un piso donde establecerse. Un lugar no muy caro donde pudiera volver a descansar después de pasarse el día recorriendo la ciudad en busca de alguna pista. Mientras no lo malgastara, cosa que no haría nunca por cómo le habían educado, tenía oxígeno suficiente para eso y poder seguir viviendo casi con comodidad, pero por desgracia para el chico, necesitaba mucho más que dinero, ya que en Orfeo el nombre de un Royal significaba más que su cartera. Eso lo aprendió pronto.

–Hola, desearía comprar un piso, nada demasiado ostentoso, tampoco necesito más de una habitación.

Luca estaba tan confiado por pasar desapercibido entre la clase alta, que no pensó lo suficiente antes de entrar en la inmobiliaria.

–Muy bien señor...

El administrador dejó la frase a medias para que Luca la terminara diciéndole cuál era su familia, referencia que el Royal necesitaba para saber que domicilios podía ofrecerle.

–Sí, esto...

Pero Luca no fue capaz de terminar la frase. Si decía la verdad no le venderían nada, ni siquiera le echarían de buenas maneras, pero si mentía no tenía forma de hacer su mentira creíble. Se dio cuenta de que necesitaba una nueva identidad y que, pese a lo que Novak le había dicho, no era del todo cierto que pudiera ser lo que quisiera. Luca Kozman nunca podría ser un Royal, con lo que lo que tendría que dejar de ser esa persona. Aunque antes tenía que ser capaz de salir de la inmobiliaria sin ser arrestado, cosa que se antojaba cada vez más complicada.

–¿Sí? –Le apremió el administrador.

–Me temo que he debido de perder mi identificación.

–Por supuesto –el tono del administrador dejaba bastante claro que no le creía–. A ver chico ¿Estás intentando hacer una especie de broma?

–No, yo...

–Si no tienes ni quince años. –El administrador interrumpió a Luca con tono de desprecio.

–Sí que los tengo.

Con la respuesta, compuesta de un gallo y un grito claramente infantil, Luca demostró que aún no tenía la edad en la que los Royal comenzaban a trabajar, la edad obligatoria para todos, los dieciséis años. Eso hizo aún más evidente para el trabajador, que aquel chico nervioso no debería estar allí.

Hipoxia - Parte I (El pueblo)Where stories live. Discover now