BUSCANDO SU PROPIA IDENTIDAD

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No era nada fácil encontrar el Mercado Oscuro pese a conocer su existencia y eso que, si estabas en cualquier zona Humble de la ciudad, básicamente estabas rodeado por él. Sólo los que sabían dónde mirar podían encontrar señales e indicaciones escondidas en grafitis, pintadas secretas a simple vista que guiaban hasta ciertos comercios o zonas donde encontrar lo que se estuviera buscando.

Por suerte para Luca, Daniela ya conocía los símbolos y sabía interpretarlos. Había tenido que hacerlo para conseguir el material con el que abastecer la clínica, así que fueron capaces de encontrar el comercio sin demasiada dificultad, pese a no ser el mismo al que ella había ido antes y que no parecía más que un edificio abandonado al lado de una carretera apenas transitada. No obstante, que encontraran el lugar no significaba que encontraran lo que buscaban, al menos, exactamente lo que buscaban.

–Una cosa antes de entrar. –Dijo Daniela sujetando a Luca suavemente por el hombro.

–¿No podemos entrar ya en la tienda? –preguntó el chico, algo molesto–. Tenemos que abandonar la calle antes de que alguien se fije en nosotros.

–No digas tonterías, nadie nos está buscando y aún no hemos hecho nada malo, así que calla un momento y escucha. Te aconsejo que tengas cuidado con lo que dices ahí dentro, no suelen fiarse de nadie.

–Es que conoces a quien vamos a comprar la nueva identidad ¿O qué?

–Sé que es el mejor en estos casos y ha ayudado a muchos de los Humble que vienen a mi clínica. Pero no, no le conozco personalmente. Aunque sé cómo es esta gente. Se cierran para protegerse de aquellos que puedan destrozarles el negocio, o robarles, o detenerles. Así que suelen mandarte a la mierda rápidamente si creen que puedes causarles algún mal.

–¿Y eso no va contra ellos mismos? –se extrañó él–. Quiero decir, si no tratas bien a un cliente, puedes perderlo.

–Si tratas mal a un cliente pierdes una venta, si tratas bien a un soldado encubierto, por ejemplo, pierdes la tienda y hasta la vida. Esta gente está haciendo algo ilegal, y aquí, en Orfeo, si matas a un Humble que entra en tu casa no pasa nada, pero como te pillen vendiéndole un trozo de pan robado, puedes darte por muerto.

–Entiendo.

Luca dijo esto último, más por dejar de oír la horrible verdad que le había tocado vivir, que por entenderlo realmente. Quería dejar de pensar en todo eso, así que abrió la puerta y ofreció paso a Daniela para acabar con ese tema.

La tienda, cuya puerta era directamente la principal del edificio supuestamente abandonado donde se encontraba, no era demasiado grande. Al menos no lo era, la parte destinada a atender a los clientes, donde no había más que expositores, estanterías llenas de dispositivos de una tecnología anticuada y el mostrador. Tras éste, y antes incluso de que entraran, ya les esperaba la tendera del establecimiento con una gran sonrisa amable en el rostro. Pese a pertenecer al Mercado Oscuro y este ser ilegal a ojos del gobierno, la mujer no parecía dispuesta a ocultarse ante nadie,

–Bienvenidos a mi pequeño mundo dentro de este gran mundo –les saludó mientras hacía una especie de reverencia–. Podéis llamarme mamá Baasima, todos lo hacen, y estoy aquí para proveeros de cualquier cosa que necesitéis...

Los dos chicos se quedaron boquiabiertos. No esperaban encontrarse con aquella mujer cincuentona, con el pelo canoso, cadera y busto generosos y una sonrisa de oreja a oreja que era más que un saludo conveniente para su profesión. Su sola imagen ya calmaba y era tan reconfortante como estar abrazando a tu propia madre.

–Siempre y cuando paguéis un precio justo. –Aclaró la tendera para acabar, mientras los chicos permanecían inmóviles.

–Creí que era un hombre. –Susurró Luca aún con la boca abierta.

Hipoxia - Parte I (El pueblo)Where stories live. Discover now