━━━ Soy 𝘈𝘭𝘮𝘢 𝘓𝘰𝘷𝘦𝘸𝘰𝘰𝘥, cuando me nombraron 𝘈𝘭𝘮𝘢 fue por la palabra 𝘔𝘢𝘭𝘢. Mi padre sabía que sería como mi madre, sería mala al cocinar, bordar e incluso barrer, en lo sería buena era en 𝗼𝗯𝘀𝗲𝗿𝘃𝗮𝗿, 𝗮𝗻𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗿, 𝗹𝗲𝗲...
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CAPÍTULO OCHO: Adiós Romeo.
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|Narrador omnisciente|
Los Cuthbert habían entrado en quiebra por culpa del barco que se había hundió en el mar y el cual no tenía seguro. Alma sabía que Marilla era muy terca y no le gustaba la caridad, pero igual los iba ha ayudar, de su habitación saco varias cosas como un broche de oro que había comprado en Inglaterra. Cuando su familia fue a la coronación del rey Hal, a su corta edad ya había perdido a su madre, su padre y a su hermano menor, sacó varias pinturas que ella había hecho, Alma tenía un gran talento para dibujar y pintar, sabía que su arte le dejaría un poco de dinero, también saco unos vestidos dignos de una princesa, su madre le dio un peine muy caro y una tiara con un diamante en el centro, su padre le dio un traje muy elegante y un reloj, y finalmente Tom le dio un anillo de plata que había ganado en una apuesta y una medalla de oro. Alma acompañaría a Jerry y Anne a Charlottetown mañana. Sobre Gilbert... desde la vez que se habían dicho te amo no se habían visto.
Diría que esta bien, pero no lo estaba, sentía qué tal vez se había arrepentido, que solo lo dijo por sus impulsos y pensó amarla cuando en realidad no lo hacía, su corazón no la amaba. Después de todo... solo eran jóvenes que apenas empezaban a experimentar lo que verdaderamente es el amor.
Uno no dice te amo y luego simplemente desaparece, dejando el corazón en las manos y un simple adiós en los labios.
La luz del Sol choco contra la cara de Alma causando que esta gruñera, Alma no tiene reloj, ¿la razón?, que los rompe cuando los empuja contra el piso. Salió de su cama y se fue a bañar, luego bajo a desayunar.
— Buenos días —dijo con un bostezó Alma al sentarse en la mesa.
— Buenos días —dijeron todos.
Molly le llevó el desayuno, pero Alma estaba con su cara en la mesa mientras se estaba durmiendo.
— ¡Alma! —exclamó Tom burlonamente, Alma de inmediato se levantó.
