-NO ME PUEDO creer que hayas hecho eso —murmuró ____ diez minutos más tarde, mientras iban en el coche hacia su casa.
—¿Qué? ¿Librarte de Fleet?
Él había hecho más que eso. Le había quitado las llaves del coche a Michael y había hablado con el camarero para que le pidiera un taxi cuando estuviera dispuesto a marcharse. Todo con el mínimo de discusiones.
—No... me refiero a dejar así a tus amigos. ¿Qué les has dicho?
—Que había conocido a una rubia y me la iba a llevar a mi casa.
Ella estaba demasiado irritada como para apreciar la ironía.
—¡No me lo creo! —exclamó horrorizada.
—Claro que no. ¿Por quién me tomas?
«Por un consumado caballero, por supuesto», pensó ella, avergonzada por haber sido tan crédula.
—Entonces, ¿qué les dijiste?
—Que había sacado a una empleada mía de una situación difícil y que la iba a llevar a su casa.
—No me pareció que la señorita Foster estuviera muy conforme —dijo ella tratando de que no se le notara la satisfacción en la voz.
Él la miró de una forma que indicaba que no lo había logrado del todo.
—Ella quiso venir, pero yo le dije que, dado que tú vives en el otro extremo de la ciudad y podría tardar un tiempo, sería mejor que se fuera con los demás.
—Pero yo no te he dicho dónde vivo.
—Esta mañana tenía tu ficha de personal sobre la mesa, ¿recuerdas?
—Prefiero no hacerlo. Me sorprende que ella no insistiera en acompañarnos como carabina.
—Trató de hacerlo, pero yo le dije que quería evitarte más situaciones embarazosas y que preferías no atraer más atención sobre ti.
—No era necesario que me hicieras parecer tan cursi.
—Sí que lo era. ¿Por qué te crees que ni siquiera te permití que te despidieras? De cerca, tu situación como víctima podría ser cuestionable, sobre todo si salías con uno de tus impredecibles comentarios. Las damiselas en apuros no van vestidas así normalmente, ni se regodean con esos comportamientos provocativos.
—Entonces te avergonzaría a ti, más a que a mí. Supongo que no soy lo suficientemente buena como para que me presentaras a tus amigos.
—Eso depende del significado que le des a la palabra «buena» —dijo él fríamente—. Ciertamente, no pareces buena con ese vestido.
¿La estaba criticando por llevar un vestido tan ceñido cuando no tenía muchas curvas? Se puso un brazo defensivamente sobre los pequeños senos. Sabía que había adelgazado bastante el año anterior. Había tratado de comer apropiadamente, pero eso es algo casi imposible cuando se tiene el apetito tan deprimido como el espíritu.
Pero también eso había cambiado ese fin de semana. De repente el apetito le había vuelto con todo su esplendor y esa misma noche se había comido tres platos bajo la mirada sorprendida de Michael. A ese paso, pronto tendría de nuevo su saludable aspecto habitual.
Pero mientras tanto, se negaba a permitir que Harry destruyera su débil confianza.
—¡Bueno, pues sucede que soy como parezco!
—¿Ves a lo que me refiero con lo del significado? Simplemente te estaba diciendo que esta noche estabas jugando a la chica mala. No pareces la clase de mujer que pueda verse afectada por el comportamiento de un amante demasiado ansioso.