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LOS TRES días siguientes, ____ los pasó como en una nube de confusión, tratando de recordar lo que había pasado en la famosa fiesta de Fin de Año. Por otra parte, esperaba que Harry la llamara para anular su cita.

La parte más sana de su ser esperaba poder convencerlo de que aquello había sido una tontería por parte de ambos. Se disculparían y se olvidarían de todo ese asunto.

La parte mala le decía que lo que tenía que hacer era colgarle el teléfono y al infierno con las consecuencias.

A las ocho en punto del domingo y sin saber nada de él, ____ se dirigió a su apartamento en un estado como febril. Iba vestida de una forma ambigua, con una blusa de seda color crema y minifalda negra de terciopelo.

Toda la excitación que sentía desapareció en cuanto le vio la expresión, seca y sin ninguna clase de sonrisa.

No era un rostro de conciliación. Seguía dispuesto a darle una lección sobre los peligros del sexo promiscuo.

Pero a ____ no le importaba. Quería esa noche con él más que cualquier otra cosa en la vida. Porque una noche era todo lo que tenía. No había futuro, sólo presente.

—Puedes dejar la ropa en la silla.

Harry cerró la puerta decididamente y luego le indicó la silla en cuestión.

____ se rió nerviosamente y se secó las manos en los costados de la falda mientras lo seguía. Él llevaba la misma bata azul de la otra noche. Ella se había vestido con cuidado para la ocasión, pero él no. De repente, se dio cuenta de que lo estaba haciendo como un insulto.

—¿Es qué ni me vas a ofrecer nada de beber antes?

—¿Por qué? Esto no es una seducción. Estás aquí por sexo, ____, no para tener un romance. Bueno, ¿te vas a quitar la ropa o no? ¿Quieres que me desnude yo antes?

Entonces él fue a soltarse el cinturón del batín y a ____ se le escapó un gemido. Entonces él se detuvo.

—¿Qué has dicho?

—Nada. Yo... tú. ¿Por qué no hablamos un poco antes?

Él se cruzó de brazos.

—¿De qué?

____ levantó la barbilla y se llevó las manos a los botones de la blusa.

—Vaya, de tus preferencias, por supuesto. Dado que yo no recuerdo la última vez, vas a tener que decirme lo que te gusta y lo que no.

Mientras se desabrochaba los botones sus miradas se cruzaron. Así que él le iba a dar una lección, ¿no? ¡Tal vez fuera ella la maestra!

La blusa cayó al suelo, dejándole el torso desnudo a excepción del sujetador color bronce. Él no le apartó la mirada de la cara.

—Te prefiero desnuda —dijo él como si aquello le aburriera.

____ se bajó la cremallera de la falda con dedos temblorosos y la dejó caer también al suelo.

Se quedó vestida sólo con las bragas, el sujetador y liguero a juego. Podría ser que su ropa exterior fuera equívoca, pero la interior no.

Harry bajó los brazos y la recorrió con la mirada. Ella no se pudo creer que él no compartiera la excitación que ella estaba sintiendo.

Pero se lo tuvo que creer cuando él se acercó al sofá y se dejó caer en él levantando una pierna. La gruesa tela del batín escondía lo que había debajo.

—Muy emocionante, querida, pero no es eso lo que he pedido. Sé una buena chica y quítatelo todo para que podamos ir al grano —dijo secamente.

RubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora