-NICOLA, ¿qué opinas de estos?
____ se llevó los pendientes a las orejas.
Nicola Styles la miró y la gravedad de sus ojos verdes se pareció mucho a la habitual de su padre.
—Son muy bonitos —dijo educadamente.
—Vamos, ¿qué opinas de verdad?
Después de dos días y medio en compañía de la chica, ____ había descubierto que la única manera de romper ese muro de educación era atacarlo violentamente. Estaba muy lejos de ser la aburrida y mimada niña rica que ____ se había imaginado. La hija de Harry Styles había demostrado ser una adolescente tranquila, respetuosa y bien educada. Ciertamente, tendía a tomarse la vida demasiado seriamente. Le recordaba mucho a sí misma a su misma edad.
—Bueno, son un poco llamativos.
—¿Verdad? Hacen juego con el vestido. Me los quedo —le dijo ____ a la dependienta.
Entonces oyó un leve suspiro a su lado.
—Parecen muy pesados. No te los vas a poder poner hasta que no tengas bien los agujeros de las orejas.
Ciertamente, era digna hija de su padre, veía los problemas antes de que se produjeran. Ahora fue ____ la que suspiró.
—Oye, ¿no quieres que te perforen las orejas a ti también?
—Uh, no, gracias.
—¿Por qué no? Muchas chicas más jóvenes que tú llevan agujereadas las orejas. Está muy de moda.
—No creo que le gustara a la abuela. Y en mi colegio no se permite llevar joyas.
—La señora Jerome te lleva dos generaciones y, por supuesto, tenéis gustos distintos. Y, con respecto al colegio, te quedan dos semanas para volver. Para entonces, te podrás quitar los pendientes durante el día. Y, si decides que no te gusta como te quedan o te causan demasiados problemas, siempre te los puedes quitar.
—Mi madre tenía las orejas perforadas —dijo Nicola de repente, echándole un vistazo a los pendientes más clásicos—. Tenía montones de pendientes. Papá me guarda todas sus joyas en la caja fuerte.
—Bueno, ya lo ves, ¡es el destino!
—A lo mejor debería preguntárselo antes a papá.
—Creo que ya eres suficientemente mayor como para tomar decisiones como esta por ti misma. Son tus orejas, no las suyas.
Nicola se rió y, por primera vez, pareció una auténtica adolescente en presencia de ____.
—Él tendría un aspecto curioso con pendientes.
—Oh, no lo sé —dijo _____ haciendo como si se lo pensara seriamente—.
Depende de con cuáles. Un aro de oro en una oreja y otro en la nariz le podrían dar un aspecto más vivo al viejo. ¿Tú qué opinas?—Nadie le dice a mi padre lo que tiene que hacer.
—No te lo creas, chica. Le gusta que pienses que es omnipotente. La verdad es que somos las mujeres las que dirigimos el mundo. La señorita Broadbent, por ejemplo. ¡Ella se pasa todo el tiempo diciéndole lo que tiene que hacer!
—Sólo porque es ella la que le organiza las actividades diarias.
—Oh, eso es lo que él se cree. Ni siquiera se da cuenta de que es una marioneta en sus manos. ¡La pobre marioneta de una mujer!
Ambas se rieron, pero luego Nicola le dijo insegura:
—Realmente no crees que mi padre sea viejo, ¿verdad?