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Nadie lo sabe, pero Paraguay tiene alguna especie de desorden de personalidad.
Ni siquiera él lo sabe, no se toma medicinas ni mucho menos. Cuando está solo habla con las paredes, sus peluches, le ha robado algunas camisas a Brasil para olerlas y simular que lo está abrazando. Ríe descontroladamente de la nada, se escribe el cuerpo y acaba perdido en el suelo.
Pero, hey! Que en público parece un joven común y corriente.
