CAPÍTULO 6

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CAPITULO 6

Por fin las niñas se habían dormido. La inauguración había sido todo un éxito y pintaba que toda la temporada lo sería. Betty y Erick estaban exhaustos, había sido una jornada larga. Cuando Betty bajó a la sala, Erick servía un par de copas de vino y se acomodaba en uno de los amplios sillones. 

- Nada mejor para relajarnos un poco – dijo, extendiéndole una de las dos copas e invitándola a sentarse junto a él. 

- Muero de sueño – comentó ella, aceptando y dando un trago más largo de lo habitual – 

- Y de sed – bromeó él, pasando un brazo sobre sus hombros – Salud – brindó. 

- Salud – respondió ella chocando su copa con la de él. – Está exquisito! 

- Ya veo que te gustó – al ver que prácticamente Betty había vaciado su bebida, le volvió a servir – Sé de alguien que mañana dormirá hasta tarde – 

- Jajajaja solo si Helena lo permite – la niña estaba en la edad en la que el reloj biológico la hacía madrugar prácticamente todos los días. 

- Pues esperemos que haya terminado igual de cansada que nosotros… si no, de todos modos nos las arreglaremos para permanecer en pijama todo el día… yo me encargo. 

- ¿Cine en casa? 

- ¡Y comida chatarra! – respondió él. – No hay mejor soborno! 

- Padre consentidor! – 

- Ya sabes… mi estrategia es que me quieran más a mí que a ti 

- Tú no sabes hacer pasteles de chocolate… No te confíes con tu ‘comida chatarra’ – lo desafió imitándolo fingiendo seriedad. 

- Uhhh… golpe bajo – respondió ‘ofendido’. Ambos rieron. Erick la abrazó aún más hacia él, permitiendo que ella recargara la cabeza en su hombro. – Te amo tres mil – afirmó, besando su frente y acomodando uno de sus rizos. 

- Te amo infinitamente – respondió ella dibujando una sonrisa en su rostro mientras acariciaba delicadamente el dorso de su mano, antes de entrelazarla con la suya. 

Luego permanecieron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos, disfrutando de la presencia del otro. Había un asunto que tenía a Erick en un dilema. Encontrarse con Ricardo Calderón había sido un suceso extraño, más aún bajo las circunstancias en que había ocurrido, justo esa semana. No era un secreto el papel que había jugado en el pasado de Beatriz, ella siempre fue honesta y le contó todo desde el principio. Por eso llegó México hacía tanto tiempo... Erick sabía también de V&M y todo lo que significó en la vida de Betty, por supuesto que conocía cada detalle de lo sucedido tanto a nivel laboral, como a nivel personal con ella, es decir que también estaba al corriente de su historia con Armando Mendoza. Suspiró. Era increíble que la casualidad hubiese llevado a Ricardo Calderón a inscribir a su hija justo en la misma escuela que las suyas, habiendo tantas opciones en esa ciudad. Sin embargo algo no encajaba. Los relatos de su esposa describían a un hombre déspota y egocéntrico, con aires de grandeza que ocultaban muy bien un complejo de inferioridad que Beatriz había descubierto en él.  La persona con la que se había encontrado esa tarde era sin duda Ricardo (Betty le había enseñado fotografías en alguna ocasión), pero en lo demás no había concordancia. Por eso no dijo nada, por eso dejó que las cosas fluyeran y se arrepintió a último momento de revelar su identidad. Ahora la cuestión era cómo manejar la situación. Valentina parecía muy a gusto y entusiasmada con la amistad de la hija de Ricardo y a la niña también parecía agradarle la idea. ¡Qué ironía! Si hoy Beatriz hubiese sido quien recogiera a Vale, se habría encontrado con una de las escenas más inimaginables que se le pudieran ocurrir: Valentina conversando con Ricardo, lo que hubiese sucedido después era toda una incógnita.  

Betty en NY  Aquí está mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora