Capítulo IV

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Llevaba cuatro días contemplando física o mentalmente la hermosa caligrafía en el envoltorio cuyo moño azul había conservado intacto, así como la nota a su lado, la que tenía el pase para seguir hablando con Harry. 

Acarició con la yema del dedo índice el trazo de tinta permanente en la bolsa de papel que había conseguido rescatar de sus hermanas cuando se adueñaron de las galletas de mantequilla. Recordó la historia de cada letra, la forma en la que esos rosados labios habían sido relamidos varias veces mientras escribía, y revivió el bermejo en sus mejillas aunado a las ansiosas palpitaciones de su corazón. 

"Gracias por haber regresado, me gustó volver a verte."

—H.

Había sido real, todo lo que había vivido hacía cuatro lejanos atardeceres no había sido una cruel jugarreta de su subconsciente, y no lograba decidirse sobre su postura al respecto, por un lado quería dejarse llevar e ignorar todo su desastre mental, pero esa molesta espina de incertidumbre no tenía planes de dejarlo tranquilo. ¿Se había visto como un idiota al no escribirle inmediatamente? ¿O debía esperar un poco más?

El rizado ya le había demostrado que su sordera no le significaba un problema, pero Louis no podía dejar de pensar que si le abría las puertas de su vida lo haría toparse con un lío del que poco a poco sería consciente, y acabaría por irse sin siquiera mirar atrás. No podía darse el lujo de olvidar que su mejor amigo ahora estaba sufriendo por una relación fallida que todos habían creído eterna, ¿Qué sería de él si algo similar sucedía?

Otro enésimo suspiro en el que luchó por exhalar el peso en su espalda. Dio varias vueltas en su silla giratoria, sabiendo que la fragilidad de sus oídos lo hacía presentar vértigo al poco tiempo, y sólo así sería capaz de olvidarse de todo un momento. Cuando su entorno giró sin él, supo que era el momento. No necesitaba alcohol para tomar decisiones estúpidas.

Cogió el celular que se postraba orgulloso en su escritorio y, aún con la vista borrosa desenfocándole la pantalla, entró a la aplicación de mensajes, buscó en el directorio la letra "H" y llegó directamente al contacto que le dio un pellizco en el vientre. Se apresuró a teclear cuando su pulso y su mente seguían de vacaciones.

Se arrepentiría de su decisión, estaba tan seguro.

Louis: Hola, Harry. Soy Louis, el cliente de la panadería.

Cuando ya hubo enviado el mensaje y se percató de ello, soltó el celular sobre el escritorio como si le hubiera quemado de pronto. Se deslizó sobre la silla hacia atrás, huyendo del artilugio cuya pantalla reflejaba el producto de su impulsividad. 

¿Debió haber sido más específico? Pero claro que debió, muchos chicos iban a esa panadería a diario, tal vez en la descripción debió añadir "el sordo" por más que detestara esa idea. 

Siendo justos, no era como si Harry le diera su número de teléfono a muchos clientes, ¿o sí?

Quizás debió ser más informal, hasta pudo haber usado abreviaciones coloquiales como "hola" sin hache u omitir las comas a propósito.

El castaño ya había comenzado a mordisquearse las uñas cuando sintió una vibración en su reloj inteligente que se encargaba de notificarle sensorialmente cuando tenía una notificación en el celular. Cerró los ojos con fuerza y tamborileó las puntas de los pies por culpa de su acelerado pulso. 

Como la notificación fuera de Zayn o de algún doctor posiblemente se echaría a llorar.

Avanzó con finta sigilosa, temiendo su inminente destino en tanto tomó el celular con las manos trémulas y acarició la funda un par de veces antes de coger el valor para desbloquearlo. 

Golden Words| L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora