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Estaba totalmente encorvado sobre su trabajo, en una habitación oscura y solo con el leve resplandor de una lámpara que iluminaba sus archivos. 

Después de la forma en la que se separó de JungKook, Jimin encontró consuelo en su investigación, encerrado en la habitación que Trunks le había facilitado. Luego de dejar a su compañero y sin saber como lidiar con sus propios sentimientos mantuvo la cabeza ocupada, no comió, no durmió, ni nada, solo trabajó como si su vida dependiera de ello.

Eso hasta que sintió la alarma. Curioso se levantó para saber qué sucedía y solo bastó una mirada para saber la gravedad de la situación. 

— ¡Todas las tropas reúnanse con su unidad y aborden una nave! ¡Este es un comunicado de suma urgencia, todas las tropas reúnanse con su un-

Jimin con urgencia y cegado por las emociones que lo invadían, siguió su corazón. Necesitaba ver a JungKook. Incluso cuando el saiyajin no lo amaba como él lo hacía, necesitaba verlo una vez más antes que se fuera a la guerra. Pero cuando puso un pie en el cuarto que compartieron, lo encontró desierto. Desanimado pensó que ya se tenía que haber ido a pelear, después de todo esa era su prioridad ahora, luchar por su raza guerrera.

Dentro suyo, Jimin pensó que había sido muy duro con él la noche anterior, pero se sentía tan poco amado por su compañero. Las últimas semanas apenas lo había visto y a esas alturas, no tenía idea lo que JungKook sentía por él. 

Resignado, mira como por todos los pasillos del palacio pasaban volando los soldados para seguir las instrucciones que les llegaban por los altavoces. Jimin no tenía idea de hacia dónde dirigirse, pero una cosa tenía claro, que debía protegerse ante cualquier situación que sucediera. 

Cuando estuvo apunto de volver hacia su habitación, sintió una voz que lo llamaba. Frunciendo el ceño, se vuelve hacia el llamado y ve a la Reina caminar con prisa hacia él. Sorprendido se acerca rápidamente a la mujer, sin querer verse grosero por ignorarla. 

— Reina — Hace una leve reverencia con torpeza, casi tropezándose con sus propios pies. — ¿Qué-

— ¡Nada de eso! Llámame Bulma — Sonríe con dulzura, pero en ello se podía ver su ansiedad. — Jimin, necesitas ir hacia JungKook.

— ¿Qué? No puedo — Su rostro vuelve a ser serio. — De seguro debe estar volando hacia la guerra y anoche nos separamos, no estoy seguro que ahora mismo quiera verme. 

— ¡No entiendes! ¡Por eso debes ir con él! — La mujer toma una de sus muñecas y sin preguntar lo arrastra por el palacio. — JungKook está muriendo.

El color se fue del rostro de Jimin y la sangre se le heló ante el pensamientos. Anoche lo había visto tan bien, como siempre con una impecable salud y sin tener indicios de contraer una enfermedad. — ¿C-cómo? ¿Él estará bien?

Mientras caminaban sobre sus pasos apresurados, Bulma se suavizó al escuchar el tono preocupado del chico. — No lo estará si no estás con él... Jimin, los saiyajin funcionan distinto a nosotros, ellos literalmente no pueden separarse de sus compañeros, para ello es realidad la frase de "Hasta que la muerte los separe". Al rechazar a JungKook como tu compañero, lo sentenciaste a muerte. 

Jimin se detuvo en su lugar y Bulma igual. ¿JungKook moriría por su culpa? — Yo... Yo no quiero eso... Pe-pero él no me ama. 

— Jimin — Bulma se gira y con sus manos sostiene el rostro del chico. — Los saiyajin aman mucho más que nosotros los humanos, solo que ellos no lo saben. No lo dicen porque ni siquiera conocen el significado del amor, pero créeme, sus acciones dicen más que sus propias palabras — Secando con sus pulgares las lágrimas le sonríe. — Vamos, si alguien puede revertir esto, eres tú.

Ver a JungKook en la bahía médica fue devastador en muchos niveles, estaba durmiendo y casi parecía que descansaba, pero su piel pálida decía lo contrario. Estaba recostado en una camilla, ya que no tenía heridas que justificaran el que estuviera dentro de una cámara de recuperación. Básicamente los médicos no podían hacer nada, solo verlo morir. 

— JungKook...

Acercándose, Jimin se arrodilla frente a la cama y sus lágrimas corrían. Ignoró el sonido de la puerta cerrarse, dejándolo completamente solo con el hombre que amaba. — JungKook, no... Lo siento tanto... Lo siento, en verdad lo hago.

Inclinándose hacia adelante, sus manos atrapan una de las del saiyajin, y hunde su rostro al costado de su cuerpo. Aunque esperaba que su compañero reaccionara, JungKook seguía dentro de su profundo sueño.

— Te necesito... Fui un idiota, por favor, sé lo que dije, pero siempre serás mi compañero — Deseando sentir a JungKook, busca en el vínculo que tenían pero todo era frialdad. — Te amo JungKook, eres mi compañero, por favor no me dejes. 

La respiración del saiyajin era lenta y pausada, Jimin apenas podía percibirla, si no fuera por el silencio y el leve subir del pecho ajeno, juraría que JungKook había dejado esta vida. Hablaba, no se cansaba de susurrarle palabras de amor queriendo despertarlo de su sueño y lentamente sintió como el vínculo se calentaba casi de manera imperceptible. 

JungKook — Dice en su mente, queriendo usar su lazo telepático, pero era igual de inútil.

Derrotado agacha la cabeza y mira sus manos, sintiéndose totalmente perdido, pero no quería asumir que JungKook moriría. No podía permitirse perder al único hombre que le daba felicidad, al hombre que había cambiado toda su vida y le debía todo lo que era, porque sabía que sin JungKook aún estaría atrapado en su aldea rural. 

Agarrando la mano del saiyajin ve sus marcas, ambas cicatrices que hacían juego de la primera vez que estuvieron juntos y se hicieron compañeros. 

Parpadeando con fuerza, despabilándose, una pequeña sonrisa de esperanza cruzó su rostro. Levantándose del lugar, busca en la habitación algún cuchillos u objeto corto punzante, hasta que encuentra una especie de bisturí. No lo pensó mucho, su desesperación era palpable y sus lágrimas no dejaban de caer del miedo por perder a JungKook. 

Cortó ambas palmas sobre sus cicatrices y las junta para mezclar su sangre con la de su compañero. Subiéndose a la camilla, queda a horcajadas de JungKook y aprieta el agarre sobre la mano de su compañero, queriendo que de alguna manera funcionara su plan. 

— Por favor, por favor... Vuelve a mí JungKook, te amo, eres mi compañero. No quiero a nadie más, solo a ti.

Repetía aquellas palabras como un mantra, aferrándose al cuerpo de JungKook y de sus sentimientos. Esperaba impacientemente viendo como lentamente el color en el rostro del saiyajin volvía a aparecer y con ello tomó más fuerzas. — Te amo JungKook. Nunca te volvería a rechazar, porque eres mi compañero, mi compañero perfecto.

Y como si aquello fuese un interruptor, los ojos de JungKook se abrieron.

Jimin sonrió entre lágrimas y se hundió en el pecho de su compañero, abrazándolo sin importar la sangre de su mano. JungKook estaba desorientado, apenas se podía acostumbrar a la luz del lugar y no entendía nada de lo que sucedía. 

Cuando Jimin se alejó, los ojos de JungKook se enfocaron y vio con claridad al humano. 

— Jimin — Susurra sin aliento. — No lo hagas, no me dejes — Sus fuertes manos se aferraron a su cintura. — Yo te cuidaré siempre, no me importa nada más que tu bienestar, quiero ser lo que quieres y mereces, porque eres mi compañero, la persona que elegí para pasar toda la vida. Nunca hice esa elección como una manera de llenar un vacío, lo hice porque en realidad me preocupo por ti, porque me gustas mucho y... Porque estoy enamorado de ti... No sé qué es el amor, pero todos dicen que lo sienten cuando no puedes vivir sin alguien, cuando una persona te quita el aliento con solo mirarte o cuando no puedes alejarte de esa persona. Jimin, todo eso eres tú, si eso es amor, te amo con todo lo que soy y todo lo que tengo.

Different planets #2 →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora