𝑪𝒉. 𝟐 ⋆͛

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El doctor le muestra un cartel de recompensas. En él aparece un chico de aspecto intimidante, ensangrentado y de cabello verde. Su nombre es Roronoa Zoro. Lo deja en la mesa para mostrar uno a uno el resto de carteles. Los únicos que parecen normales son los de las mujeres, una pelirroja llamada Nami y la Niña Demonio, Nico Robin. El resto de ellos son un boceto bastante feo de un rubio con la ceja graciosa, un hombre con cabello azul cuya nariz parece una pieza de metal, un adorable animal, un tipo genial con máscara y otro boceto de algo que parece un esqueleto.

"¿Qué piensas?", pregunta el hombre.

"Parecen divertidos", ofrece con una sonrisa.

El doctor Fishbonen apunta algo en su libreta y lo mira con una sonrisa tranquila.

"Roronoa Zoro era un cazador de piratas. Iba a ser ejecutado en Shells Town en mayo de este año."

Luffy se sobresalta. "Yo estuve allí en ese tiempo. Coby me dijo que fue nuestra primera hazaña, derrotamos a un capitán malo."

El doctor asiente. "El chico iba a ser ejecutado injustamente y tú lo liberaste. Es una lástima que se haya convertido en pirata."

"Hay piratas buenos y piratas malos. Quizás él es de los buenos", reflexiona Luffy mansamente.

"Quizás", responde el mayor sin comprometerse. "Supongo que no recuerdas a ninguno de ellos. Todas estas personas..."

"Y animales y esqueletos", interrumpe con una sonrisa.

Fishbonen pone los ojos en blanco. "Todas estas personas, animales y esqueletos fueron salvados por ti una vez, Luffy. Sé que piensas que hay piratas buenos, pero no te recomiendo acercarte a ellos si los ves alguna vez. Soy doctor y sé cómo funciona la mente. Si se corre la voz de que has perdido la memoria, y lo hará, tus enemigos intentarán usar eso a su favor. Probablemente intentarán hacerte creer que alguna vez estuviste de su parte."

Luffy frunce el ceño.

"¿Por qué harían eso?"

"Las personas hacen cosas malas."

"Pero... Si los salvé significa que son buenas personas, ¿no?"

El doctor suspira como si no quisiera ser él el que tiene que decirle esto. "Luffy, eres demasiado ingenuo. Has ayudado a mucha gente antes, buenos y malos. No conoces personalmente a las personas a las que salvas y por lo tanto nunca llegarás a saber sus verdaderas intenciones."

"Ah..."

"Bueno, hemos terminado por hoy", sonríe. "Hoy al fin podrás salir de tu habitación, ¿verdad?"

"¡Si!", se pone de pie de un salto y rebota de emoción. "El abuelo dijo que tendría que preparar algunas cosas antes de ponerme en servicio de nuevo así que he estado tres días encerrado... ¡Tres!", suspira dramáticamente. "Ahora al fin podré entrenar y comer en la cafetería. ¿Crees que podré salir al mar?"

"Si te portas bien, seguramente te dejarán."

"¡Yahoo!"

El doctor se despide y lo deja solo en su habitación. Luffy ha aprendido a no odiar esas cuatro paredes en los últimos tres días, incluso si se siente un poco atrapado. Comprende que después de haber traicionado a los marines, estar encerrado en una cómoda habitación es el menor de los castigos.

Se levanta de la cama y comienza a vestirse para estrenar su uniforme. Justo cuando acaba de ponerse los zapatos, un golpe suena en la puerta. Sonríe al oír la voz de Coby.

"Luffy-san, ¿estás listo?"

"¡Ya salgo!"

Se mira en el espejo una última vez antes de salir. El uniforme es normal, como el de cualquier otro recluta. Se siente un poco raro, fuera de lugar, y se pregunta durante tanto tiempo llevó estas prendas hasta que lo ascendieron a un rango en el que pudiera personalizar su uniforme.

RED MONKEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora