Veintiuno.

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— Pero tú eres el que estás a cargo — respondió lo obvio cruzándose de brazos.

— Tengo unos asuntos pendientes en Estados Unidos, que necesitan toda mi atención. Así que en el tiempo en el que esté fuera, te quedas a cargo. El señor Lee te estará apoyando en lo que necesites.

— ¿Y cuánto tiempo va a durar eso?

— No lo se John el tiempo que tenga que ser, mínimo unos tres meses — el nombrado soltó un suspiro largo, si creía que tenía problemas, lo único que hacían era aumentar — Me iré mañana en la noche, así que quedas a cargo desde pasado mañana. Ahora que ya lo sabes, si nos permites, tenemos detalles que arreglar mi socio y yo.

— Bien, me retiro. — salió de allí con dolor de cabeza, confiaba en que sus habilidades eran las suficientes para poder dirigir una compañía, pero la gran responsabilidad de tener un montón de gente y el futuro de esta lo abrumaba demasiado.
Cualquier descuido, por mínimo que fuera y todo se iría por la borda.

Prosiguió a ir hacia su habitación a recostarse, mirando el techo pensando en todo lo que le esperaba.
Pensó en tomar un baño, sabía que era lo mejor para liberar el estrés. Y en esos momentos, el era un gran manojo de problemas y conflictos así que no le venía nada mal.
Después de su ducha, se puso ropa cómoda para andar por la casa, no había nada que hacer el resto de la tarde y tampoco tenía ganas de salir. Prefirió ir a la gran sala de estar, donde los grandes estantes de libros le recordaron a Jaehyun. Buscó entre ellos alguno que quizás le agradaría.


                        ~▪️◼️▪️~


Los hermanos Lee llegaron a su restaurante favorito en Hongdae.

Después de ordenar su comida y que está la trajeran a su mesa, comenzaron a contarse cosas que no sabían de ambos, además de que hacían chistes constantes  sobre temas demasiado tontos. Eran la mesa más escandalosa del lugar.

— Yo lo suponía, Irene, algo así no me lo puedes esconder. —

— Ah, cállate. Suficiente de mi, ahora que sabes que me gustan las chicas, cuéntame algo tú.

— Sabes todo de mi — sonrío comiendo un poco del arroz que había dejado ella,  por que según, estaba haciendo dieta y no podía comer más.

— ¿Oh si? Entonces, ¿puedes confirmarme si te gusta Seo?—

— ¿Q-Qué? — abrió su boca formando una gran "O", ¿de dónde había sacado algo así?

Trató de esquivar esa incómoda pregunta haciéndose el tonto y respondiéndole que no le gustaría nunca el papá de su amigo.
No quería pensar en la respuesta aún, por eso quería desaparecer un tiempo.

— Ah, está bien, te dejaré pero se que en el fondo me lo quieres decir.

— Es por eso que me voy... — murmuró tomando de su bebida.

— ¿Y qué me dices de Taeyeong?

— ¿Él que? Solo me utiliza, eso... creo... No se ve que tenga cariño por mi — frotó sus manos mirándola, pidieron la cuenta y se retiraron del lugar. Justo antes de entrar al auto su hermana le tocó el hombro.

— Cuando me arreglaba, aproveché el tiempo para checar los boletos, ya los compré pero, es demasiado pronto. Es en cuatro días y llegarías allá en la noche.

— No te preocupes, está perfecto — beso su frente y ambos subieron — Y ahora, necesito más que nunca mi celular.

— Podemos ir ahora

Asintió, solo era solo era ir para que le dieran lo que le pertenecía y después regresar a su casa a preparar las maletas y todo para el viaje.
Al llegar a la dichosa mansión Seo, ambos se miraron el uno al otro e hicieron un "piedra, papel o tijera" para decidir quién iría.
Mark salió del auto indignado, apretando su mandíbula, tocó varias veces el timbre para que lo atendieran.

"Control mental Mark, solo lo tomas y te vas", repetía una y otra vez.

John, que estaba revisando las estanterías, escuchó el sonido del timbre. Sin embargo espero a que Kim abriera, pero recordó que se había quedado con su padre y el Sr. Lee arriba.
No preguntó quién era, porque supuso que era algún socio de su padre o alguien conocido ya que los guardias de la entrada lo habían dejado pasar.
Abrió la puerta encontrándose de golpe con el menor y tensándose enseguida.

Este, metió las manos en sus bolsillos y suspiró.

— Hola, si, vendo por mi celular. Por favor, hyung — hablo de buena manera, sonriendo levemente forzado.

No sabía que responder o hacer, su llegada lo había tomado desprevenido. Casi por instinto, intento cerrarle la puerta en la cara, pero como su pie lo había colocado en el marco no logró hacerlo.

Bien, solo tenía que seguir sin dirigirle la palabra y todo estaría bien. Después de todo, Mark le había dicho que no quería verlo nunca más y para el más alto también incluía no tener que hablarle tampoco.

El peli-negro lo miro con más seriedad después de su torpe intento, y entro a la casa de manera despreocupada.

— Necesito mi celular, en pocos días me voy, por favor

Como hasta ahora, tratarlo como si no existiera le había salido bastante bien, prefirió seguir con ese plan. Dio media vuelta, yendo de regreso a la sala de estar para seguir con lo que hacía minutos antes de la llegada del contrario.
El se le quedó quieto sin entenderlo, se estaba comportando como un bebé.

Se rascó la nuca de manera desesperada, por su actitud infantil.

— ¿Qué quieres que haga para que me devuelvas mi teléfono? Déjate de juegos, puedes dármelo y después seguir ignorándome — seguía sin respuesta — Johnny... dame mi teléfono, por favor, lo necesito... — siguió pid... suplicando al mayor, hizo un discreto puchero y se sentó frente a él — Deja de ser tan inmaduro...

— ¡Ja! — se le escapó una risotada — Ahora el inmaduro soy yo — el celular de John comenzó a vibrar, vio de quien se trataba antes de contestar.

— ¿En donde estas? — se escuchó una voz molesta al otro lado de la línea. Le hizo un ademán a Mark para que guardase silencio y lo coloco en alta voz.

— En mi casa ¿porqué? ¿Ya me extrañas?

— Estás con Lee — abrió los ojos ¿cómo era posible que el supiera eso? — Voy para allá, tendremos nuestra cita doble. Y dile que invite al "chico por quien babea".

Just Words || JohnMark;🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora