Iba a explotar.
No sabía cuándo ni qué lo provocaría, pero estaba segura de que iba a pasar y sería pronto.
Inspiré lentamente, abrí la mano mientras soltaba todo el aire de mis pulmones y la flecha acarició mi mejilla antes de impactar a escasos centímetros del centro de la diana. Suspiré con fuerza y me di la vuelta para volver a subir el volumen de la música que sonaba por los altavoces del pabellón dedicado al club de tiro con arco.
Volví a ponerme en posición, coloqué otra flecha e intenté concentrarme de nuevo.
Los latidos de mi propio corazón se volvieron ensordecedores y a pesar de ello seguía oyéndolo. El desagradable pitido que se había instalado en mis oídos era alto, constante y amenazaba con volverme loca. Estaba acostumbrada a vivir con acúfenos, siempre estaban ahí en mayor o menor medida, pero en algunos momentos se presentaban como un aviso insistente de que, si no tenía cuidado, se desataría el caos y perdería el control.
Expulsé el aire lentamente por la boca y acaricié las plumas de vinilo antes de colocar los dedos en posición y tensar la cuerda otra vez.
Habían pasado cuatro días desde que me acosté con Kyo y no podía quitármelo de la cabeza, en parte porque una sensación horrible de culpa recorría todo mi cuerpo pero también, y eso no lo iba a negar, porque lo había disfrutado mucho.
Kyo era bueno en la cama y me sorprendió lo generoso que se mostró, era muy meticuloso en sus caricias y bastante dispuesto a dar más de lo que recibía. Todo había sido muy sencillo y sin complicaciones, en cuanto dejamos claro que no se trataba de romance sino de simple placer no tardamos en enseñarnos qué nos gustaba y donde. No era necesario perder el tiempo con falsa educación.
Mi concentración iba y venía sin parar, volvía a transportarme a esa noche, a esa habitación, a las manos de Kyo sobre mi cuerpo y a su lengua explorando hasta el último rincón de mi piel.
Volvía a notar su pelo, rozando mi vientre mientras bajaba hacia mi cadera para quitarme la ropa interior. Notaba sus labios al subir por mi pierna, dejando un rastro de pequeños mordiscos hasta llegar a mi intimidad para hundirse en ella. No pude hacer otra cosa que aferrarme a su pelo cuando un fuerte gemido murió en mi garganta.
— ¡Joder! —grité apoyándome contra la pared antes de morderme el dorso de la mano—. Despacio.
Kyo o no me oyó o decidió ignorarme mientras seguía dándome fuertes lametazos al tiempo que me torturaba con los dedos.
— Kyo vas muy rápido —gemí—. Frena un poco.
— Oye, nadie se me ha quejado nunca, ¿sabes? —me regañó levantando la cabeza entre mis piernas.
— Entonces nadie te ha dicho la verdad nunca.
La réplica pareció hacerle gracia y continuó saboreándome con más lentitud hasta que hice que se levantara, él no parecía muy contento con ello pero si hubiera seguido un poco más no lo podría haber aguantado.
Los besos de Kyo eran posesivos y exigentes, su lengua no me daba tregua y exploraba mi boca con agresividad. Cuando tuve que recobrar el aliento, Kyo descendió a mi garganta, donde lamió siguiendo la línea de mi mandíbula hasta llegar a mi oreja al mismo tiempo que bajaba su mano por mi cuerpo hasta adentrarse en mis piernas. Todo era tan rápido, tan furioso que no podía procesar la situación, lo sentía en mil sitios al mismo tiempo y en todos sabía exactamente dónde tocar.
Intentando recuperar el control y mientras le atraía hacia mí rodeando su nuca, deslicé mi mano entre el elástico de su pantalón en busca de mi premio. Si él quería torturarme yo no iba a ser menos.
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Entre vosotros y yo (En Hiatus)
RomanceObligada a dejar España y viajar a Japón para vivir con una madre a la que apenas conoce, Ona solo quiere terminar sus estudios y volver a casa, hasta que Mai y Kyo se cruzan en su camino. Tan distintos como el fuego y el hielo, cada uno la atrae de...