CAPÍTULO UNO

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[Desperté con la sensación de que algo iba a pasar ese día. Me sentía extraña, nos acostamos temprano la noche de antes, habíamos dormido muchas horas y, sin embargo, me faltaba energía.]

Alba llora, Alícia deja de escribir.

ALÍCIA
(con voz dulce)
Buenos días, dormilona.

La saca de la cuna, le besa la cabecita y la mece. La pequeña tiene poco más de 2 meses. Agarra su taza de café, una manta de lana suave y la arrulla. Camina hasta una terraza y se sienta en un cómodo sillón de mimbre con almohadones de pluma.

ALÍCIA
Shh... tranquila.
(se la pone al pecho)
Cada día estás más grande.
No crezcas tan deprisa, enana.

La mira con ternura, la manecita de Alba agarra su pecho a la altura de su corazón. Mira al horizonte. Se puede divisar una extensa pradera verde entre colinas, con viñas de altura y altos árboles. Aquella maravilla, bien parecía ser algún lugar remoto en la Toscana italiana o algún viejo castillo escondido en el francés Valle del Loira, o quizás ninguno de estos dos, eso jamás lo sabremos. Alba se duerme, Alícia se sienta de nuevo en su escritorio de nogal y continúa escribiendo.

[Germán había salido a hacer deporte a primera hora de la mañana. Preparé el desayuno y lo esperé viendo las noticias. Y como no... hablaban del dichoso atraco de los Dalí. Se me revolvía el estómago sólo de ver un mono rojo y una careta. Era algo superior a mis fuerzas. Achaqué mi malestar a ese momento, más tarde recordé que ya había amanecido así y lo entendí todo. Por fin llegó, aunque tuve que enfadarme y meterle prisa porque se nos hacía tarde, como siempre, y él le quitó importancia, como siempre.

Esperé mientras se hacía el reconocimiento médico. Me dormía encima, no podía evitarlo. Con suerte, Carlos y Germán salieron. Bueno, suerte lo que se dice suerte, no tuve porque minutos después me daba la hostia de mi vida.

"¿Cómo está la Bella Durmiente?", dijo Carlos con ese tono gracioso que le caracteriza. Me hubiese gustado contestarle con alguna de mis frases bordes, pero sólo podía pensar en el golpe que me había dado y lo ridículo que había sido.]

Suena el teléfono.

DESCONOCIDO
Cuatrocientos cincuenta y tres.

Alícia mira un calendario y comprueba las últimas páginas de una pequeña libreta que tiene a mano. Tacha ese número y contesta.

ALÍCIA
Nueve, siete, dos.

El teléfono empieza a dar tono. 1, 2,3... hasta 10.

RAQUEL
¿Alícia?

ALÍCIA
¡Raquel!
(sonriendo)
No me lo creo, dime que estás bien.

RAQUEL
Si, si... estamos bien. ¿Y vosotras? Necesito que me informes si notas cualquier movimiento extraño, lo que sea. No debe pasar nada, está todo controlado al milímetro. Si todos acatamos las normas, no pasará nada.

ALÍCIA
Está todo bien.
(mira a Alba)
Este sitio es increíble.

RAQUEL
Sabía que te gustaría, aunque me hubiera gustado más que hubieses aceptado mi propuesta. Ahora estarías con nosotros y yo me quedaría más tranquila. Aún estás a tiempo de...

La interrumpe.

ALÍCIA
Shh... no empieces con eso otra vez. Esto ya lo dejamos bastante claro. Cada uno por su lado.
Yo no pertenezco a vuestra banda.

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