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[Es curioso, desde ese mismo instante mi cuerpo y mi mente comenzaron a transformarse. No pudimos ir a comer a Segovia, así que cambiamos el plan por comida tailandesa y tarde de pelis. El golpe me había dejado noqueada y algo mareada.

Llegamos a casa, Germán no paró de hablar del tema ni un segundo durante el trayecto. Yo hacía como que lo escuchaba, pero en realidad en mi cabeza retumbaba ese latido rápido y constante. No podía oír otra cosa.

En cuestión de días comenzaron las náuseas, el sueño a todas horas y los antojos. Me pregunto si todos aquellos síntomas hubiesen aparecido si no me hubiese enterado de que estaba embarazada, ¿cuanto tiempo más hubiese aguantado sin saberlo? Sé que un retraso de 8 semanas es mucho, pero llevaba meses sin controlar mis reglas. Entre el trabajo, la rutina, los viajes... ni si quiera el hecho de haber decidido ir a por el bebé me hizo sospechar.

En la Comisaría bromeaban conmigo y me comparaban con esos programas en los que la madre llega al hospital y da a luz sin saber que estaba embarazada. Sí, en ese nivel me tiene esta gente... Lo de contarlo en el trabajo fue difícil, mi discusión con Germán fue intensa y la noticia fue motivo de alegría para unos y de asombro para todos. Germán tenía razón, aunque lo dijese para joderme, nadie podía creerlo. De hecho, la mayoría me miraba extrañada incluso más adelante, cuando ya rozaba las dimensiones de una foca monje.

"¿Qué miras?" fue la frase del día que más pronuncié durante las semanas posteriores a la noticia. Suárez era el que más se metía conmigo, con mi mal humor y con mis ganas de comer o lo que es peor, de vomitar. Menos mal que tenemos una forma de ser muy parecida.]

Alícia hace una pausa.

Llevaba días sin escribir, concretamente desde que habló con Raquel. Aquel lugar la invitaba a pasear, tomar el sol y disfrutar de los distintos olores que se podían distinguir según cambiaba el tiempo. Olor a vid, a eucalipto, a lavanda e incluso a olivo... Se podía pasar horas caminando con Alba descansando en su regazo.

Camina hasta la habitación, Alba duerme en la cama rodeada de almohadones. Se tumba a su lado y acaricia su cabecita. Cierra los ojos y se queda dormida.

GERMÁN
Me encanta tu cara de recién levantada.

ALÍCIA
No seas mentiroso.
Estoy horrible.

GERMÁN
La mentirosa eres tú.

Le levanta la camiseta y deja al descubierto su enorme barriga de 8 meses, pone su oreja sobre ella y Alícia le acaricia el pelo.

ALÍCIA
Está dormida.

GERMÁN
(susurra)
Despierta enana.

ALÍCIA
Déjala, que menuda noche me ha dado.

GERMÁN
Ya...

ALÍCIA
(ríe)
¿Ya? ¡Tú que sabes!
Has dormido del tirón.

GERMÁN
(sonríe)
Eso es lo que tú te crees. Soy muy solidario, abría un ojo cada vez que te movías.

ALÍCIA
Eso es mentira.
Espero que te lo tomes más en serio cuando nazca.

GERMÁN
Ni lo dudes.
Tú no te moverás de la cama en toda la noche.

LA VIDA DE OTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora