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- Esto sí que es algo que no me esperaba yo.

Lena Luthor estaba de pie junto a una máquina de discos para elegir un título y levantó los ojos hacia el hombre que acababa de hablar

- ¿Cómo?

J'onn J'onzz, un cliente habitual de aquel bar, no contestó sino que simplemente miró hacia la puerta. Lena se dio la vuelta. Un hombre estaba abriéndola para dejar salir a una mujer, y cuando ambos estuvieron fuera, la mujer se colgó de su brazo. Lena, sin poder dar crédito a lo que veían sus ojos, se sentó junto a J'onn.

- ¿Me equivoco, o ese tipo había venido aquí contigo? - le preguntó él. 

Lena asintió con las mejillas al rojo vivo de humillación.

- No te equivocas. Estábamos juntos. Me había dicho que iba al baño.

- ¡Qué canalla! mira Lena, a ti no te conozco mucho, pero a él sí. James Olsen es un buen chico, pero tiene una increíble debilidad por Lucy Lane. El año pasado ella se casó con otro tipo, y él anduvo alicaído durante un tiempo, pero después parecía que lo había superado. Ayer oí decir que ella ha dejado a su marido - concluyó.

Lena no podía creer que estaba sentada a la mesa de un bar que no le gustaba demasiado, hablando con un hombre al que realmente no conocía sobre otro hombre que acababa de plantarla sin tan siquiera decirle adiós.

- No te preocupes, John. No conocía bien a James. Hace sólo dos semanas que habíamos empezado a salir.

- Aún así, es una canallada lo que ha hecho. Lena se puso en pie y dejó dinero sobre la mesa para pagar la bebida.

- En eso estamos completamente de acuerdo, J'onn.

Lena salió del bar y se subió al cuello del abrigo. Podía haber llamado a un taxi, pero su apartamento quedaba a tan sólo unas manzanas de distancia así que dando patadas a los copos de nieve que quedaban en el suelo de camino hacia su casa, intentando no pensar en James Olsen. La verdad es que no debería dolerte demasiado se dijo. Su vida amorosa llevaba siendo un infierno desde...

- ¡Desde siempre! - dijo en voz alta y si uno de los que pasaban se dio cuenta de que iba hablando sola, ni siquiera lo miro. Así es Nueva York... Pensó Lena.

Cuando llegó al diminuto estudio donde vivía Lena no sabía bien si enfadarse con James por haberse comportado como un cerdo o si consigo misma por sentirse tan herida, unas lágrimas de rabia picaron en sus ojos mientras colgaba el abrigo y de pronto sonó el teléfono.

- Cállate - le gritó Lena - No quiero hablar con nadie. No quiero que sepa nadie que un tipo que ni siquiera me gustaba de verdad me ha dejado plantada.

Pero el teléfono siguió sonando y Lena por fin se decidió a descolgarlo.

- ¿Qué?

Hubo un silencio al otro lado de la línea.

- ¿Adex?

Una voz desconocida con el clásico acento de Brooklyn, además de un extraño ruido nasal, la saludo. Daba lo mismo si conocía aquella persona como si no.

- No, no soy Adex; pero aunque Adex estuviera aquí no te lo diría.

Hubo un nuevo silencio.

- Ah... Lo siento ¿Es el 555.56.82?

- No. Este es el 5683.

Seguramente no debería haberle dado su número, porque si se trataba de una pervertida podía volver a llamarla para molestar.

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