DESAPARICION Y DESESPERO

23 0 0
                                    

―estaciona el auto por aquí ―decía Jeffrey con carácter enojado― te dejaré por estos lados

Madeleine lo veía con gesto ceñudo pensó por un momento en seguir por el tramo y frenar el carro en medio de la vía, pero no se atrevió a hacerlo, porque Jeffrey desde que salió le apuntaba con el cuchillo en la cintura y estaba temerosa que las cosas salieran mal y aquel hombre que tenía a su lado se fuera a descontrolar y las cosas terminaran en una desgracia entonces Madeleine prefirió orillarse.

Jeffrey le quita las llaves a Madeleine se cerciora de que la vía estuviera despejada. Se baja del auto, se dirige al baúl y se cuelga al hombro una tula donde tenía una cinta adhesiva y las sogas, luego la hace bajar del auto.

Madeleine comenzó a gritar histérica y muy desesperada

―suéltame infeliz ¿Qué me vas a hacer?

Jeffrey le tapa la boca y la conduce por la espesura de los arboles

―es por nuestro bien, no te va a pasar nada ―decía Jeffrey alentándola después de amarrarla y sellarle la boca la lleva cargada de vuelta al auto percatándose que no hubiera presencia de nadie, abre rápidamente el baúl y la acomoda allí.

Jeffrey conduce un par de horas hasta detenerse en una gasolinera, tenía planeado salir de la ciudad, no podía ignorar el hecho de que se estaba escondiendo de la justicia y al mismo tiempo tenía secuestrada a Madeleine eso le daba cierta incertidumbre y con más veras sabía que debía ser mucho más cuidadoso y actuar de una manera más precavida y rigurosa. «Necesito abandonar este auto cuanto antes» pensaba Jeffrey mientras ubicaba la manguera en el dispensador de gasolina.

En la mente de Madeleine rondaban diversos pensamientos, estaba llena de incertidumbre, se sentía desdichada e indefensa, encontrarse en esa situación tan abrumadora e infame la llenaba de mucha tristeza y desconsuelo.

Mientras conducía Jeffrey escuchaba sonar el celular de Madeleine que lo había guardado en la guantera del auto, lo dejó sonar varias veces hasta que ya no volvieron a llamar. Lo que tenía también pensativo a Jeffrey era que la policía lo fuese a parar y se metiese nuevamente en otro problema legal, contaba con el dinero en caso de tener que sobornar a los policías sin embargo eso no le brindaba la completa seguridad para que no fuese capturado. Intentaba ignorara aquella posibilidad. 

Después de salir de la ciudad siguió conduciendo alrededor de una hora y luego se estacionó un momento para descansar, le dio a beber agua a Madeleine y luego continuó el trayecto. Estaba extenuado pensaba en detenerse en un pueblo y buscar un hotel donde pudiera descasar junto con Madeleine y al día siguiente continuaría el camino.

Jeffrey se estacionó en un lugar solo antes de llegar al hotel, se dirigió a la parte trasera del auto a hablar con Madeleine

―vamos a descansar en un lugar tranquilo ―decía Jeffrey sosegado― no quiero dejarte aquí encerrada ¿puedes estar calmada?

Madeleine asentía con la cabeza

―solo quiero saber ¿qué pretendes hacer?

―tener tu compañía, quiero que te sientas bien y necesito que confíes en mí por favor

―la última vez me dijiste que tampoco confiabas en nadie y me prometiste que me dejarías libre ¿Cómo pretendes que te crea?

―se lo que dije ―hablaba Jeffrey con aire sereno― cambié los planes a última hora, me agrada que estés conmigo, no sabes lo mucho que eso me hace sentir bien, jamás había sentido este deseo tan fuerte por alguien y mucho menos por una mujer, entiéndeme que no podía dejarte por ahí a la deriva alguien podía hacerte daño y no soportaría que eso te pasara por mi culpa

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora