—Mi primera cita fue a los quince años. Tuve al mayordomo pegado a mí y fue en una de las salas de la casa. Había galletas, jugos, frutas y dulces. Él y yo solo nos quedamos viendo y terminamos viendo una película—le conté a Diana, tomando eso como distractor al nerviosismo que se apoderaba de mí—. Estaba nerviosa y eso mismo sentí con mis citas posteriores que fueron hasta los dieciséis luego de que creí que eran aburridas.
—Por favor dime que no te vestiste con calcetas y un look de colegiala.
Reí mientras ella seguía pasando la plancha por m cabello.
—No.
—Gracias a Dios—respondió y observé mis ojos.
Diana tenía un talento para maquillar y hacer que mis ojos se vieran más grandes de lo que eran. No quise algo de noche, pero Diana logró el balance perfecto en tonalidades y delineados.
—Me sentí igual de nerviosa cuando lo conocí siendo Elliot. No creí que alguien tan guapo como él se fijara en mí—admití y Diana me vio con una ceja alzada, llevándose otra uva a la boca.
—Tienes un rostro de muñeca y un cuerpo apetecible a la vista lujuriosa de los hombres. Deseo tus tetas y comienzo a creer que ese será un buen incentivo navideño. Sácales provecho, nena. Un día se caerán, ahora vuélvelo loco con ellas sin ser vulgar. Se la diosa que eres—me motivó con sus manos en mis hombros.
Reí y entendí por qué la lencería que me ayudó a elegir era sexy y el escote del vestido no enseñaba de más, pero sí lo suficiente para la pequeña adicción de Jackson.
—Él me hace sentir sexy.
—Lo eres. —Sus dedos se enterraron en mi cabello y con una ceja alzada me analizó—. Estoy segura de que, si fuera lesbiana o bisexual, ya habría follado contigo y serías mi mujer.
Ambas reímos y me di la vuelta para verla.
—Gracias.
—Te ves hermosa, Em. Eres espectacular y si no lo ve, dile adiós porque mereces el cielo—me dijo, pasando una brocha por mi cara—. Que se jodan los demás, especialmente Grace.
—No me sorprendería que llegue a donde vayamos a cenar. —Deseaba que no pasara eso, no quería más incomodidad y problemas. Quería una noche tranquila con él, una noche donde la tensión se acabara y donde pudiera cumplir lo que deseé, encontrarlo y tener algo con él.
—¿Te proteges o necesitas condones?
Pude haber dicho que no tendría sexo, pero lo deseaba, mi parte intima también y fantaseaba con lo que tuvimos en la isla. No era lo que esperaba de esta noche, pero no estaba por demás llevar protección.
—Cuando dejé Nueva York no pensé que conocería a alguien o que me encontraría con él de nuevo. No tengo un método anticonceptivo aún—le respondí a Diana, anotando mentalmente que debía ir a mi ginecóloga en Nueva York al volver. Ella asintió y de un cajón sacó un par de empaques dorados.
—Es adorable verte nerviosa y feliz al mismo tiempo—comentó, sentándose en la cama y viéndome con una enorme sonrisa luego de darme los preservativos—. Hace mucho que no tengo una cita y espero que me des detalles, Em. Solo no me digas si se acostaron, o sí, pero sin detalles, por favor.
Reí y en ese momento alguien tocó a la puerta.
Diana y yo chillamos, ella se puso de pie, se acercó a mí, acomodó mi escote y roció perfume en él. Reí mientras ella pasaba otra brocha por mi cara y me mostró los dientes.
—Perfecta.
—Gracias.
Ella asintió y antes de que caminara a la puerta, tomó mi brazo y me dio un aparato pequeño. Mis cejas se alzaron y ella sonrió amable.
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Summer love
Romansa"-Te amo, Emma-dijo con dolor, acariciando mi rostro y pegando su frente con la mía. Quería tocarlo y abrazarlo, decirle que también lo amaba-. Te amo más de lo que imaginas y lamento no habértelo dicho antes. Lamento todo lo que pasó y sé que es ta...