CAPÍTULO 3

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Jughead tenía puestos los audífonos y trataba de concentrarse en la música y no maldecir a los que había diseñado esa clase de pupitre, como diablos habían creído que sería posible armar eso, el último tornillo estaba en un ángulo imposible, ya tenía un dolor de cuello demencial y aun le faltaban cinco armados para completar los veinticinco muebles escolares.

La próxima vez que pensará en comprar algo, haría que un empleado de la tienda le mostrará que no era una maldita tortura armar el mueblecito que se ve tan inocentón en la caja ilustrada.

En el último giro de su muñeca, su mano se zafó y su codo chocó contra una de las patas de la mesa, maldijo por lo bajo y se mordió los labios para no dejar salir todo lo que su mente estaba gritando, se suponía que no debía hacer ruido, hace mucho que todo estaba tranquilo en aquel lugar.

Se sobresaltó cuando una mano cayó sobre su hombro, volvió a maldecir y giró su rostro para ver al Padre Johan alzar los brazos con las palmas hacia arriba.

El sacerdote acababa de cumplir cincuenta y ocho, aunque solo tenía algunas canas en su cabellera negra cada año estaba acentuado en sus rasgos.

Lo miró divertido mientras Jughead se levantaba.

-Estas cosas son un martirio- dijo a modo de explicación.

-Sí, bueno, le puedes aconsejar a ese donador anónimo que la próxima vez deje el lujo de lado y compre sillas y mesas de plástico, créeme hijo, podemos usarlas mejor, aunque no me estoy quejando, estos pupitres harán felices a los niños.

Jughead entrecerró los ojos, ambos sabían que él había comprado los muebles, aunque ninguno lo diría, jamás.

Lo que quería decir que el Padre se estaba burlando.

Jughead miró los muebles faltantes.

-Vete a casa chico, mañana terminaré yo, ya es casi de madrugada y aun tienes que regresar.

Él asintió, le hubiera gustado terminar pero el cuello le estaba matando y además sí seguía lo más probable es que terminara destruyendo los pupitres.

Se pasó una mano por la barba crecida y el Padre comenzó a caminar con él hacia la salida del improvisado salón de clases del orfanato.

-¿Por qué una sola vez, me das el gusto y nos regalas una tarde?

Jughead ignoró la pregunta.

-Ma...

Él fulminó con la mirada a su viejo amigo y que lo condenaran porque estaba gruñéndole a un Padre.

-Jughead, lo sé- El padre Johan suspiró pesadamente.-Solo estoy diciendo que no tienes que esconderte, esconder todo lo que haces por esta comunidad.

Jughead se rió con cinismo.

-Padre, ambos sabemos que si alguno me viera frecuentando a los niños no me considerarían un buen "hermano".

-Las personas deben aprender a ver el corazón de las personas.

-No se equivoque Padre yo no lo hago por mi corazón, es para ver si el de allá arriba me rebaja algunos de mis pecados, todos deliciosamente llevados a cabo.

Jughead se burló y el Padre le contestó cuando llegaban hacia el estacionamiento

-Ahora simplemente estás siendo grosero.

-Espero poder venir la próxima semana a pintar el baño de los niños-, murmuró mientras el hombre viejo asentía.

-Cuídate hijo.

CRAZY (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora