Lan Zhan no había tenido la intención de enamorarse de la persona a quien frecuentaba regularmente para echar un polvo recurrente; era sólo que Wei WuXian era molesto y talentoso y demasiado bonito para su propio bien.
...
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Lan Zhan bajó la ventanilla y gritó el nombre de Wei WuXian cuando finalmente lo vio salir. Estaba semi-estacionado frente a la tienda de conveniencia, no completamente legal pero tampoco completamente ilegal. Si su tío supiera cómo se había estacionado, estaría horrorizado.
Wei WuXian caminó hacia su auto y miró a través de la ventana con curiosidad.
-—Sube —ordenó Lan Zhan.
Wei WuXian se rascó la nuca. —Realmente no necesito un...
—Entra —le interrumpió. Se acercó al asiento del pasajero y abrió la puerta.
—Está bien, está bien —dijo Wei WuXian, deslizándose dentro del coche.
Lan Zhan comenzó a conducir una vez que Wei WuXian se abrochó el cinturón de seguridad.
Oyó el suspiro de Wei WuXian a un lado suyo, tenía las manos metidas debajo de los muslos mientras la calefacción del coche estaba encendida. —Realmente no tenías porqué venir por mí —dijo. —Podrías haber dejado mi mochila en el mostrador de la recepción en el edificio de Ciencias.
—Mn —murmuró Lan Zhan. Con el semáforo estando en rojo, se inclinó hacia atrás y agarró el recipiente donde estaban las bolas de arroz. —Come —dijo, entregándole el tupper⁴ a Wei WuXian.
Wei WuXian tomó el contenedor con cuidado, como si fuera una bomba. —¿Tú lo hiciste? —Preguntó mientras abría la tapa.
—Hay un poco de caldo de hueso en el vaso —respondió Lan Zhan, evadiendo la pregunta.
Wei WuXian volvió a cerrar el recipiente y un suspiro brotó de sus labios. —Lan WangJi —comenzó, con voz firme y seria.
Había empezado a llamar a Lan Zhan por su nombre de cortesía...y lo odiaba.
Cuando conoció a Wei WuXian, le molestaba cómo Wei WuXian usaba su nombre de pila, como si fueran cercanos. Ahora, no podía soportar cómo lo llamaba por su nombre de cortesía. Como si fueran poco más que extraños. Como si Wei WuXian estuviera haciendo todo lo posible para poner distancia entre ellos.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Wei WuXian.
De repente, el aire en el coche se volvió pesado. Una extraña tensión en el aire. Lan Zhan apretó su agarre en el volante.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó, empeñado en mantener su vista al frente.
—Me refiero a... ¡todo! —Wei WuXian soltó exasperado, aparentemente mosqueado. —La comida, el venir a buscarme, este repentino interés en mi vida...
El pecho de Lan Zhan dolía por eso. —Te lo dije —respondió lentamente. —Tengo mis razones.
—Bueno, ¿Qué razones? —Indagó Wei WuXian, manteniendo sus manos hechos en puños sobre su regazo. —Porque no puedo seguir con esto.
