Capítulo 4

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Entro en clase y noto como las miradas de mis compañeros se posan en mi. No sabría como definirlas, ¿miradas de compasión quizá? 《Que más da》pienso. Me dirijo a mi sitio, me siento y saco el material.

Cuando me doy cuenta de que alguien está de pie frente a mi mesa mirándome me pongo nerviosa. Levanto la vista temiendome lo peor. Cuando lo hago me tranquilizo y a la vez me...¿decepciono? 《Oh no Aria. ¿Me estas diciendo que esperabas a que la persona que estuviera ahí plantada fuera Harry?》Mientras yo y mi subconsciente nos peleamos, observo a la chica plantada delante mio. Es de mi misma altura, quizá un poco más baja. Tiene el pelo negro, un poco rapado por el lado izquierdo. Lo lleva recogido en una trenza que le cae sobre el hombro derecho. Tiene los ojos de un color claro. Lleva la raya pintada y sombra de ojos negra. Tiene un pircing debajo de él labio inferior, justo en medio. Lleva una camiseta de tirantes y unos pantalones que parecen haber sido destrozados a propósito. 《Un look bastante atrevido el de esta chica》pienso. Mientras le hago este análisis ella me mira sonriendo.

-Chica, lo que has echo antes ha estado muy bien. Enserio, te juro que pagaría por volver a ver la cara que a puesto el cabron de Harry- me dice riendo. - Pero ten cuidado, es mi amigo, se como es y se como le habrá sentado lo de antes.

-La verdad es que me la trae floja como le haya sentado. Si se cree que puede ir pegando a la gente cuando le de la gana lo tiene claro el chaval.-le respondo segura.

-Mmm... Me gusta tu carácter chica. Por cierto, soy Sheena. - y vuelve a sonreír. 

-Aria.- me presento y le sonrió. 

-¿Aria? No lo había escuchado en mi vida. Pero me gusta.-me guiña un ojo y vuelve as su asiento.

En ese momento entra el profesor al aula. La clase transcurre con tranquilidad, al igual que todas las demás. Suena el timbre que indica la hora del descanso. Recojo mis cosas y voy a la cafetería. Allí me siento con Nathan en una de las mesas. Me invita a un café y hablamos. Mientras escucho a Nathan explicandome su pasión por el baloncesto, noto unos toquecitos en el hombro derecho. Me giro y me encuentro con la sonrisa de Sheena.

-Hola Aria!-me dice y automáticamente posa sus ojos en Nathan.

-Hola.-contesto y por la mirada de Sheena continuo- Sheena este es mi amigo Nathan. Nathan, esta es Sheena.

-Encantada.-dice y se acerca a él para darle dos besos.

-Eh...Esto... Lo mismo digo.- y traga saliva.

Me aguanto la risa que me provoca el nerviosismo de Nathan. 《¿Será por que el aspecto de Sheena lo intimida? No creo... Más bien será que lo provoca. Si, tiene que ser eso. 》pienso.

Miro la cara de Sheena. Parece estar disfrutando al ver el efecto que provoca en Nathan. Sonrio. Ahora que me fijo, Nathan es un chico bastante guapo. Alto, musculado, ojos de color miel, rubio oscuro... Normal que Sheena se haya fijado.

-¿Qué te trae por aquí?- pregunto.

-Venia a pedirte tu número, si quieres darmelo claro. -dice mientras me pone ojitos.

-Claro, no hay problema. Apunta anda. -le digo riéndome por la cara que ha puesto.

Le doy mi número y se despide de mi. Me dice que luego me llamara y yo asiento mientras veo como se va. Después vuelvo a sentarme y miro a Nathan, el cual tiene su vista puesta en la dirección en la que Sheena se ha ido.

Me río y se gira.

-Eh... No es lo que parece, simplemente me ha llamado la atención su estilo. Es... Como decirlo...-comienza.

-¿Diferente?-le digo.

-Sí, dejemoslo en eso.-me responde riendo.

Cuando acaba el descanso volvemos a clase. Ese chico llamado Harry sigue sin aparecer. Intento no prestar más atención a eso y me concentro en las explicaciones del profesor. Sin apenas darme cuenta se acaban las clases. Recojo todo, me despido de Nathan y Sheena y me dirijo a la parada del autobús.

Cuando llego me sorprendo. En una esquina de la parada hay un chico con el pelo rizado, pantalones negros, camisa blanca, bambas negras, tatuajes en los brazos, pircings... Harry. Intento tranquilizarme y, cómo si no pasará nada, me siento en la otra esquina de la parada a esperar a que el autobús llegue. Rezo para que no me haya visto.

-Hombre pero mira a quien tenemos aquí. -empieza y yo maldigo por dentro.

No le dirijo la palabra y me limito a mirar el móvil. Pasan unos segundos y pienso que ante mi silencio a desistido en dirigirme la palabra, pero, ante mi sorpresa, veo como unas manos me arrebatan el aparato. Cabreada alzo la vista y clavo los ojos en él.

-¿Qué pasa? ¿Se te ha comido la lengua el gato? Esta mañana parecía que sabias hablar perfectamente.-dice riendo con chulería.

-No seas idiota y devuélveme el móvil o...-digo.

-¿O que? ¿Vas a pegarme? Por favor no me hagas reír bonita.-dice mofándose.

-No me llames bonita y devuélveme el móvil de una vez por todas. Eres peor que un niño de diez años ¿sabes?- le grito.

-No. Me parece que te estás equivocando. Primero, a mi no se te ocurra chillarme en tu vida. Y segundo, ahora te voy a devolver el móvil pero te advierto, si sabes lo que te conviene, más vale que me dejes en paz de una puta vez.-me grita.

En ese momento llega el autobús. Le arrebato mi móvil. Estoy a punto de subirme cuando oigo:

-Adiós, 'bonita'.-me dice.

Decido pasar por alto eso y me monto en el autobús. Me siento y espero a que arranque. Miro por la ventana, pero él ya no sigue ahí. Tengo la garganta seca, seguramente a causa de los gritos. Noto un cosquilleo en mi estómago. ¿Será por los nervios de la discusión? No, no es eso. Se perfectamente la causa de este hormigueo que siento, pero no pienso aceptarla. La mudanza debe de haberme afectado.

IRRESISTIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora