XXXII

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Querido Diario:

Mi cita con Matt fue de lo mejor. Fuimos al cine y vimos una película. Aunque no debería decir vimos, ya que casi todo lo que hicimos fue besarnos.

     Al salir del cine, él se separó un momento de mí porque dijo que necesitaba ir al baño. Luego de unos minutos, un chico se acercó a mí. Era guapo, pero no se comparaba con Matt.

     —Hola, preciosa ¿cómo te llamas? —me dijo. Sólo lo ignoré, deseando que Matt llegara pronto—. ¿Qué? ¿Te comió la lengua el ratón?

     —No, sólo no quiero hablar contigo —respondí seca. Sorprendiéndome a mí misma por haberle hablado tan naturalmente.

     —Vamos, muñeca. No seas así. Sólo quiero... —Su mirada me recorrió completa haciendo que me sintiera nerviosa—... hablar contigo —Su sonrisa era escalofriante. Iba a responder, pero una voz me lo impidió.

     —¿Qué está pasando aquí? —Agradecí que Matt hubiera llegado, pero por la expresión de su rostro, noté que no estaba contento.

     Pusó su brazo sobre mis hombros y me apegó hacia él.

     —Nada, sólo... —La voz del chico me interrumpió también.

     —Tranquilo, hermano. No pasa nada. Sólo quería hablar un rato con esta preciosura —Sentí el cuerpo de Matt tensarse a mi lado.

     Matt caminó hacia él y lo tomó por el cuello de su camisa.

     —Ni se te ocurra volver a referirte a ella de esa manera —le dijo. Me asusté por lo que Matt fuera a hacerle.

     —¿Quién te crees que eres para impedirmelo?

     —Soy su novio —respondió instantáneamente.

     Tan solo oír esas palabras, sentí como si mi corazón dejara de latir. ¿En serio éramos novios? Podí ser cierto, pero también podía ser que sólo lo dijo para que ese chico se fuera.

     —Matt, cálmate. Es mejor que nos vayamos —le dije tomándolo del brazo. Sentí como relajaba un poco su cuerpo. Me miró y me sonrió. Le devolvió una última mirada de advertencia al chico antes de empezar a caminar conmigo.

     —¿Por qué le dijistes al chico que éramos novios? —pregunté, de repente en el auto.

     —¿No es lo que somos? —respondió.

     —Bueno, es sólo que... no sabía. Nunca me lo has pedido —Me sentí una tonta por decir aquello pero era la verdad.

     Él no respondió. Sólo me miró por un momento y regresó su mirada al camino. Al llegar a mi casa, me bajé del auto seguida de él. Cuando estaba a punto de abrir la puerta, me tomó del brazo y me atrajó hacia él.

     —¿Quieres ser mi novia? —preguntó, con su pulgar acariciando mi mejilla.

     —¿No se suponía que ya lo éramos? —Rodó los ojos y suspiró.

     —Bueno, entonces... ¿quisieras seguir siendo mi novia? —Reí por lo que acababa de decir y asentí. Cuando iba a darme la vuelta para entrar a mi casa, puso sus manos en mi cintura—. ¿A dónde crees que vas?

     —A entrar a mi casa ¿tal vez? —Sonreí.

     —Oh, no. Claro que no. No sin antes darme mi beso de buenas noches —Sin darme tiempo de responder, unió sus labios con los míos.

     Automáticamente le seguí el beso colocando mis brazos alrededor de su cuello.

     Al separarnos, nos despedimos y se fue.

     Supongo que mi pregunta está respondida ahora. Matt y yo somos novios.

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