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El día más temido para la pelirubia había llegado.

Todo este tiempo había tratado de evitarlo por más de que sabía que estaba cien por ciento garantizado de que iba a suceder.

Momo: V-voy para allá —tragó saliva y nuevamente metió aquel aparato a su bolsillo.

Por otro lado estaba Minatozaki, realizando unos deliciosos pastelitos y esperando a que las galletas se hornearan.

Sus oídos percibieron el sonido de la puerta.

Pudo asumir que era Momo, arrimándose a aquella con una gran sonrisa.

Pero se desvaneció al verla con una expresión de preocupación.

Sana: ¿Sucede algo? —pregunta, colocando su mano en una de las mejillas de la pelirubia.

Momo: L-la madre de Dahyun se encuentra muy mal, e-ella me pidió que fuera allá pero no quería dejarte plantada
—explicó, bajando su cabeza.

La peliroja niega.

Sana: Eso es más importante
—afirmó— iré a ponerme un abrigó.

La contraria asiente con una débil sonrisa y la espera acostada en el marco de la puerta.

Al cabo de unos minutos llegó Sana con unas llaves en sus manos.

La pelirubia se corrió de allí para que lograra cerrar aquel rectángulo de aluminio bien.

Rápidamente, Sana solicitó un taxi el cual llegó al instante.

La presión en su pecho se hizo presente, pero ésta se presento con mucha más fuerza de lo normal, valga la redundancia.

No, en este día no por favor.

                           🥑

Una peliazul sentada en la sala de espera ansiosa y sin despegar la vista de la puerta.

Al ver a la pelirubia atravesar la puerta de cristal, no dudo en acercarse lo más rápido posible.

Momo se apegó a ella haciendo un abrazo forzoso, mientras que Dahyun acurrucaba su cabeza en el hombro de aquella.

Momo: ¿Y tú hermano?
—preguntó, apartandola y agarrándola de los dos hombros.

Dahyun: No está en Seúl, tuvo que hacer un viaje por cuestiones de trabajo —sorbio su nariz y restregó sus ojitos.

La pelirubia soltó un suspiro.

Momo: Tranquila, todo estará bie-

Dahyun: No Momo, nada aquí terminara bien, mi madre está presentando los síntomas antes de morir y ni siquiera hace el mínimo esfuerzo para mantenerse viva, solo quiere largarse de este mundo, es una egoísta —soltó, apretando sus labios.

La aludida cerro sus ojos por algunos segundos.

Momo: Aquí la única egoísta eres tú —empezó, viendo cómo la contraria fruncía su ceño— ¿quieres seguir viendo a tu madre así?, ¿sin hacer absolutamente nada?, no puede ni pararse Dahyun. Si realmente la quieres, tienes que dejarla irse, allá estará mucho mejor.

Dahyun la observó a los ojos, analizando aquellas palabras de la pelirubia.

Soltó un suspiro y asintió.

Las tres muchachitas esperaron. La peliazul se encontraba observando el televisor de aquella sala y la peliroja decidió ir por unas bebidas a la máquina.

Mientras que Momo, ella solo se dedicaba a observar los grandes edificios y los carros cruzar las calles atraves del gran cristal.

No era justo para Dahyun, pero hay que entender a la señora Kim, a nadie le gustaría depender de un grupo de enfermeras.

Por más de que amaba a sus hijos con todo su ser, ella quería ser libre y feliz.

Cosa que nunca pudo soltar, solo con Momo, quien la entendía completamente.

Doctor: Familiares de la señora Kim —nombró en voz alta llamando la atención de todos en la sala.

Velozmente el trío de muchachas se acercaron al señor de bata blanca, quien las veía con una expresión comprensiva.

Doctor: Lastimosamente no podemos decirle que ella estará bien, ya está totalmente asegurado que en algunas horas o incluso minutos ella ya no se encontrará entre nosotros —dicho esto se escaparon una que otra lágrima de la peliazul junto a la pelirubia— pero pueden aprovechar el tiempo que le queda, no es mucho, disfrútenlo por favor.

Las muchachitas asintieron y realizaron una reverencia, luego se dirigieron a aquel consultorio que ya era una casa para la señora Kim.

Ella se hallaba muy pálida, apenas y podía abrir sus ojos, su respiración se entrecortaba y tan solo verla era muy doloroso.

Dahyun suavemente agarró su mano, causando que la contraria levantará su vista. Eso le provocó mucha más nostalgia a la peliazul.

Dahyun: M-madre, n-no haga mucho esfuerzo —balbuceó, con los ojos cristalizados.

Sra. Kim: ¿P-por fin?, ¿ya podré irme de aquí? —musitó, casi inaudible para las muchachitas.

Momo si pudo escucharla perfectamente, rodando sus ojos y poniendo su dedo índice en su boca, indicando que se callara.

La señora hizo una señal con su mano, dando a entender que se acercase. Ella se arrimó, colocando su oido a centímetros de la boca de la contraria.

Sra. Kim: Perdón...cuánto daría por volver a prepararte aquellos fideos que tanto te gustaban, desearía devolver el tiempo y no haber probado eso que tanto daño me ha hecho —susurró, escuchando los sollozos de su hija.

Dahyun: N-no madre, no te disculpes, en algún momento esto iba a pasar y no se podía evitar —acaricio la mejilla de su madre— ahora podrás ser una mujer suelta, feliz, dichosa...nosotros estaremos bien.

Aquellas palabras sacaron una débil sonrisa de la señora.

La madre e hija se abrazaron, sollozando y sorbiendo sus narices levemente.

Luego paso el turno de Momo, quien la vio con una sonrisa enternecedora.

Momo: ¿Ya estás feliz? —la contraria asintió— ¿no estás ni un poco triste de dejar al doctor con el que follabas? —rápidamente la señora hizo un onomatopeya de silencio— espero que el lugar en el que estés no hayan cigarros —rió en voz baja acompañada de la contraria para posteriormente abrazarse delicadamente.

La pelirubia le indico a la peliroja que viniera, ésta se acercó rápidamente y la vió con una sonrisa tímida.

Sra. Kim: ¿Ella es Sana? —la pelirubia asintió—, sabía que era hermosa...se van a querer demasiado, eso lo sé muy bien
—afirmó, viendo cómo las muchachitas entrelazaban sus dedos.

Dahyun: ¿Qué te gustaría hacer, madre? —inquirió.

Sra. Kim: Hoy es el final de mi novela.

                            🥑

Sana: Aún no puedo creer que Johanna se haya ido con Manuel —negó decepcionada.

Dahyun: Te guste o no, Manuel era mejor chico que Daniel.

Las dos muchachitas se armaron un debate innecesario el cuál hablaba de que hombre le convenía a Johanna.

La pelirubia rió.

Momo: ¿Usted que opina señora Kim? —inquirió, volteando a ver a aquella.

Èsta se encontraba con los ojos cerrados y una gran sonrisa tallada en su rostro, el monitor cardíaco aún pitaba adecuadamente.

Sin embargo eso no duro por mucho cuando se escuchó un infinito pito resonar por toda la habitación.

La señora Kim había fallecido.

                       🐁♡˖꒰ᵕ

Muchas gracias por leer, cariño♡

Te amo mi amor ❤

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- idiot in love // samo [Modificada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora