El vidrio que se desvaneció

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Cuando el descanso terminó, con un montón de preguntas sin contestar por parte de los del pasado a los del futuro, Dumbledore volvió a coger el libro en las manos.

-¿Quién quiere leer?

Remus Lupin levantó la mano. Dumbledore le pasó el libro y este leyó:

-Capítulo dos: el vidrio que se desvaneció.

-Uy... eso suena a magia accidental.- Comentó sonriente Sirius.

-Y muy poderosa, Black.- Gruñó Alastor Moody girando su ojo mágico.

Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Dursley se despertaron y encontraron a sus sobrinos en la puerta de entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto. El sol se elevaba en los mismos jardincitos, iluminaba el número 4 de latón sobre la puerta de los Dursley y avanzaba en su salón, que era casi exactamente el mismo que aquél donde el señor Dursley había oído las ominosas noticias sobre las lechuzas, una noche de hacía diez años. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores,

-¿Una pelota? ¿Por qué tendrían fotos enmarcadas de una pelota rosa?- Preguntó confundido un Hufflepuff de tercer año.

pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño,

Las risas no se hicieron esperar.

Marnie se abrazaba a su novio rubio con una sonrisa en la cara por las tonterías que este le estaba diciendo.

y en aquel momento las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta, en un tiovivo en la feria, jugando con su padre en el ordenador, besado y abrazado por su madre... La habitación no ofrecía señales de que allí vivieran otros niños.

-Pero espero que sí estéis ahí porque Petunia, escúchame bien, si por un minuto has pensado que podrías dejarlos a su suerte en cualquier lugar, me levantaré de la tumba para llevarte conmigo.- Amenazó Lily dejando a todos mudos.- Y como les hayáis hecho cualquier cosa, por mínima que sea, creeme que el infierno comparado con lo que os haré os parecerá el cielo.

Sin embargo, Harry y Marnie Potter estaban todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.

—¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!

-¡Esa no es forma de despertar a nadie y menos a unos niños!- Se quejó McGonagall a lo que mucha gente estuvo de acuerdo.

Harry se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta.

—¡Arriba! —chilló de nuevo. Harry oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente.

-Se acuerda de mi moto...

Su tía volvió a la puerta.

—¿Ya estás levantado? —quiso saber.

—Casi —respondió Harry.

—Bueno, date prisa, quiero que tu hermana vigile el beicon. Y que no se atreva a dejar que se queme. Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Duddy.

-¿Cocinabais? ¿Con diez años?- Lily estaba enfurecida.

-Bueno...-Habló Harry.- Por lo general, Marnie cocinaba, fregaba, barría, limpiaba y hacía el jardín...- Harry se quedó pensativo y miró a su hermana dándose cuenta de varias cosas.- Y yo ayudaba con las compras.

Leyendo Harry y Marnie Potter (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora