Joaquin eligió un restaurante próximo a Flores & Buqués para almorzar con su padre. La ocasión prometía ser tensa. Para completar, William se atrasa mucho, y encima llegó diciendo que tendría que irse pronto.
A pesar de eso, lo saludó con afecto. Interesante como su presencia era marcante. Tal vez su agilidad, ó el modo como hablaba. Pero aquel día no se podía decir que estaba en su mejor forma. Parecía triste, encogido. Pidieron agua helada, antes de cualquier otra cosa.
- ¿Estás bien, papá?- Será que fue algo en el tono de Joaquin que había causado el dolor en el mirar de él?
- Emilio te contó, ¿no?
Fingir que no sabía nada sería un ejercicio inútil, y Joaquín odio el remordimiento que vio surgir por segundos en la expresión de él.
- ¿Creías que no lo haría? -William pareció avergonzado... ¿Cuál sería su reacción si le contase que Emilio usará esa arma para forzar la reconciliación entre ellos?
El mozo les sirvió, y ellos almorzaron.
Ambos sabían que no tendrían porqué demorar con aquello.
- Di la razón, papá.
- Una mujer... -William interrumpió lo que decía, para enseguida continuar, con obvia renuencia: - Cuando descubrí que ella estaba colocando por lo menos tres hombres en conflicto, yo ya había gastado una fortuna en préstamos para satisfacerla.
La cuestión ocurrió de inmediato a Joaquín-¿Qué pretendes hacer al respecto?.
-Vender el apartamento e intentar recuperar mi reputación, lejos de aquí. Tengo contactos en Nueva York.
- Tal vez fue de verdad una buena estrategia-y él le dijo eso.
- ¿Te gustó tu viaje, hijo?.
-Es bueno estar de vuelta. -Joaquin no quería extender el asunto, ya que no estaba dispuesto a hacer confidencias. -¿Qué te parece la idea de convertirse en abuelo?
Una sonrisa tierna aflora en el rostro de William, que cubrió la mano de él con la suya.
- ¿Estamos hablando de proyectos o de hechos?.
- Hecho consumado.
- Amor, ¡estoy tan feliz!.
[...]
Pasaron las dos cuando Joaquin volvió a la tienda. El final de la tarde pasó rápido, visto que tenía mucho que hacer actualizando los archivos del computador, lidiando con el balance financiero de Flores & Buqués, atendiendo el teléfono.
El tránsito era intenso, y demoró en llegar a Vaucluse. Soñaba con un baño, ropas holgadas y un enorme vaso de agua helada, cuando estacionó el coche en el garaje. Una comida leve, tal vez un video. Pero pretendía dormir temprano.
Martín surgió en la baranda, y Joaquín le dirigió una bella sonrisa.
-Hola, ¿cómo fue tu día?.
- Lo de siempre, sr. Geller. ¿Y el suyo?
- Lo mismo. -su respuesta tenía un tono de falsa solemnidad, que el mayordomo notó muy bien.
- Luis pidió que le avisara que llegaría tarde. Una cena de negocios, por lo que entendí.
- ¿Entonces somos sólo el gato y yo? Por favor, sirve apenas una ensalada de cena.
Los labios de él dejaron transparentar una visible desaprobación.
-Preparé algo más sustancial que "una ensalada". Si usted pudiera decirme a qué hora quiere comer, podré servirle la comida.