Vivir en un matrimonio irremediablemente roto era como tener el infierno en la tierra, por eso había tomado decisiones bastante crudas, al estar divorciado no se lidiaba con tantos problemas. El verdadero problema era que si en ese matrimonio surgieron dos pequeños niños que llamaba como sus hijos.
William Axl Rose a sus veintisiete años de edad hacía el papel de padre soltero de dos pequeños, uno de cuatro años y otro de dos.
Saul fue adoptado en el pensamiento de si ellos nunca podrían tener un bebé, porque lo habían intentado y no lo habían logrado.
Jeffrey (o Izzy, como le decía Saul) fue el único hijo biológico que tuvieron, pero desde que él apareció se complicó todo.
Cuando Axl decidió poner fin a su matrimonio y encima pedir la custodia legal de sus dos hijos... ardió Troya, su esposa intentó denunciarlo en dos ocasiones por violencia de género, cosa que nunca había sucedido y no tenía ninguna prueba, por tanto, solo humillandose en la corte. ¿Cuál fue el resultado? Su madre podía sacar a los niños durante los fines de semana y mientras Rose no cometiera alguna falta podía ser el tutor legal hasta la mayoría de edad.
Y bueno, ¿Entonces qué?
Tampoco era fácil ahora, estaba dedicando mucho tiempo al trabajo para poder darles una vida digna a sus dos angelitos, ser abogado no era tan sencillo.
Trabajaba en un buffet de abogados bastante reconocido, tenía cierta fama por ser los mejores y por haberse defendido solo en las denuncias que su ex esposa que le había puesto, pero esto también le robaba mucho tiempo aunque la paga fuera buena, el dinero no compraba el tiempo con sus hijos.
A pesar de ser consciente de esto decidió buscar babysitter, estuvo horas y horas frente al computador buscando un anuncio de babysitter que le gustara del todo y oh, suerte, lo encontró.
Un muchacho de veintidós años que ofrecía sus servicios, al parecer sabía bastante sobre cuidar bebés, desde que tuvieron un primer contacto se sintió un poco seguro de contratarlo.
Ese día, sus pequeños se habían levantado un poco desanimados, no querían ir a casa de su abuela y él mejor que nadie lo comprendía, el pequeño de dos años estaba en brazos de su hermano mayor por no querer caminar hacia la habitación de su padre.
-. Saul, Jeffrey. - Les llamó la atención mientras abotonaba la camisa formal metiendo la misma dentro del pantalón.
Los niños le observaron con curiosidad, tal vez tenían suerte o tal vez no.
-. Hoy no irán con su abuela, pero alguien vendrá a cuidarlos.
Eso era más que suficiente para ambos, fueron junto al pelirrojo al comedor, el mismo tomó al más pequeño entre sus brazos para ponerlo en su silla y para ayudar al moreno a sentarse.
Siempre preparaba desayunos lo suficientemente nutritivos, cereales para Saul y las papillas de frutas para Jeffrey, para él solía comprar un desayuno de camino al trabajo porque solo en alimentar a Jeffrey y dejar listo a Saul para la escuela le robaban muchísimo tiempo.
Y digamos que se llevó como una hora en acabar su rutina mañanera pero sin la preocupación de duchar al más joven, lo dejó en la alfombra de la habitación con sus juguetes y parecía haber encontrado entretención con su guitarra de juguete. Terminó de ordenar el uniforme de su hijo de rizos cuando el sonido del timbre retumbó por toda la casa llamando la atención de los tres presentes.
Tomó en sus brazos a Jeffrey mientras que Saul caminaba detrás de él en lo que iban hacia el primer piso, cruzó la sala antes de llegar a la puerta y abrirla.