Parte 19 El amor de su vida

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Dios, estaba empezando a notar que llevaba encima un ciego de los importantes, pero se lo merecía joder, se lo había ganado. Quería gritar algo así como ¡Jodeos todos que yo me largo! ¡Qué te follen Sam, me piro con el amor de mi vida! El amor de su vida joder... Lexa Woods aquella chica por la que daría hasta su propia vida y no se arrepentiría jamás de hacerlo, su alma gemela. Todas las noches se dormía pensando en aquellos ojos verdes y en cómo la miraban, a veces le gustaría besar aquella mirada porque sería como besar su alma, una que le estaba entregando a ella, porque estaba segura de que Lexa se la daría sin pensárselo mucho.

Habían pasado por mucho, lo había pasado mal, muy mal cuando creyó que la había perdido para siempre, pero al final aquel mal trago había servido para unirlas más y hacerlas todavía más fuertes juntas, ahora sabían que lo que más deseaban en la vida era vivirla juntas y que no había nada que nadie pudiera hacer para que no fuera así, absolutamente nada.

Había intentado frenar un poco la insistencia de Lexa por verse más aquellas semanas, sentía que se exponían un poco más de lo necesario, pero es que ella también se moría por verla, besarla, tocarla... se moría por estar con ella y conforme se acercaba el día de la "Fuga" se le acrecentaban todavía más. Tomaban las precauciones que consideraban necesarias y parecía haber funcionado.

La gran espina que tenía clavada era no poder despedirse de su hermano ella misma, pero Lexa le había asegurado que estaba bien y que lo entendía, y podría hablar con el una vez estuvieran muy lejos de allí, tendría que conformarse con eso.

Que Lexa se encargara de todo le quitaba presión a ella, se fiaba de ella más de que otra persona en el mundo, cuando le contaba sus "avances" ella sentía nervios en mitad del estómago, eran buenos, pero la avisaban de que algo grande estaba cerca de suceder y el "Ya falta menos" cada vez era más real.

Se estaba riendo con Luca y Echo, que hacía poco que había "ascendido" un escalafón, para la chica parecía ser algo muy bueno, pero ella solo pensaba "Ahora estás más jodida que antes" porque "antes" hasta era divertido, antes pasaban el rato con sus amigos, se podían considerar delincuentes, un grupo de amigos que se lo pasaban bien juntos y conseguían algo de dinero de formas poco legales, pero no corrían peligro, al menos no demasiado, no algo por lo que preocuparse en exceso. Antes Samantha solo era alguien que estaba ahí, sin molestar demasiado. Pero ahora la cosa había cambiado y ella solo soñaba con salir de allí, ella no quería ser así, no quería formar parte de eso ni jugarse la vida cada vez que ponía un pie en la calle en alguna de esas estúpidas "misiones"

Conocer a Lexa era lo mejor que le había pasado en la vida, sin ella quién sabe como acabaría, su vida terminaría por carecer de sentido y lo mejor que le podría pasar era que alguien acabara con ella, porque no valdría nada, aquel lujo que le prometían era un regalo envenenado porque nunca seria libre para disfrutar de él. No era lujo, era una falsa ilusión que camuflaba lo que realmente significaba todo aquello. Solo quería dejarlo atrás y tener un oportunidad de tener una auténtica vida, una real, al lado de su novia. Una vida que le habían negado desde que puso el pie en aquella casa de acogida y que se encargaron de que siguiera siendo así cuando decidió aceptar la "ayuda"de Samantha porque nadie se había preocupado porque tuviera la alternativa de elegir otro camino, nadie le había dado la oportunidad de que pudiera haber sido diferente, nadie se había preocupado por ella de verdad hasta que apareció Lexa y le cambió la perspectiva de todo. Porque nunca se había planteado que pudiera tener o merecer otra cosa, aquello era lo que había y lo que le había tocado y así sería siempre, al menos tenía un sitio dónde dormir y no le faltaban las cosas básicas, se creyó que Samantha cuidaba de ella, se creyó que la ayudaría a recuperar a su hermano, cuando en realidad lo único que hacía era utilizarla, como a todos los demás, otros con la misma suerte que ella, otros a los que ella consideraba familia, especialmente a Octavia, con ella había compartido más que con nadie, desde que se conocieron cuando apenas eran unas crías en aquella casa y se habían refugiado siempre la una en la otra.

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